Te presentas ante mí
simbólica y terrible.
Ardiendo por el placer
que ansías descubrir.
Tenazas brillantes,
mueves el índice
“Ven, ven”.
No ruegas, sino mandas
Que me arroje y luzca
lo que más temes
Por ello tiembla tu labio,
que no parece el mismo
apretado entre mis dientes.
No cierres los ojos,
comparte conmigo.
Tus pupilas son lunas negras
buscando en mi cintura.
Que no acabe
el baile salvaje
de quienes beben la savia,
terrible y salada
que repele el aburrimiento.
Una lágrima parece descender
por tu espalda.
Déjame aplastarla, extenderla
convertir en brillo
el reflejo de la tenue luz
sobre toda tú.
Busco tus fronteras
mientras arrancas mi pelo
y no sabes si asentir
o decirme que paremos
que podemos romper el colchón
y desaparecer
en nuestro íntimo, eterno,
desliz anónimo.