Todo cuanto tienes, forma parte de un catálogo. Si otros mundos siguen las leyes del cosmos, este obedece a las pautas del mercado. En otro mundo quizás te salve un ángel de caer en tentaciones; en éste, el ángel se llama Driver y te busca las ofertas. Este es un mundo etiquetado y ofertado. ¿A quién le interesa comprenderlo mientras puedas encargarlo? El orden aquí no es un detalle del caos, sino el epígrafe de sus secciones: Hogar, Telefonía fija y móvil, Fitness, Accesorios, Alimentación, Belleza... El agua se vende en botella, la tierra se vende por parcelas, el aire se vende comprimido, el pensamiento sirve para crear slogans. Y todos aspiran a un label ecológico. Si has nacido con alma puede que estés pensando en trocarla por un mp4 con pantalla táctil. En otro mundo quizás recojas lo que siembres. En este, la suerte está echada. El azar ha sido suplantado por la contabilidad, la lógica por la demencia, la mesura por el estándar, la retórica amistosa por un power-point con máximas de autoayuda. Nuestra historia abarca una elipse desde la parábola hasta la parabólica. Si en otros mundos se recorren las magnitudes mediante continuos analógicos, en éste no hay más camino que el salto electrónico de circuitos digitales.
Juega. Manipula. Salta.
Citius. Altius. Fortius.
Careces de evocación, pero menuda es tu tarjeta de memoria extensible. ¿Para qué escribieron Hamlet si no cabe en tu pantalla de 1´5 pulgadas? ¿A quién le interesa la concordia teniendo un buen bluetooth? La evolución directa es ultrarrápida: ya vamos por la sexta generación. No busques la felicidad si no tienes un buen navegador. Tal vez puedas descargártela gratis en un solo clic.
Eres producto europeo, casi norteamericano. Tu cociente mental es de 130 bits. Todos te amamos. Otros sueñan por ti a precio de lanzamiento. Relájate en tu mundo. Exige garantía.