Modelos de Mujer
Autora: Almudena Grandes.
Editorial Tusquets. 256 páginas. 13,50 euros.
También disponible en edición de bolsillo (8 euros aproximadamente)
No diré que el prólogo con el que Almudena Grandes nos presenta la obra es lo mejor de ella, pero sí diré que ayuda enormemente a comprender por qué la autora, siendo una de las más sólidas narradoras del panorama actual y una de las de mayor proyección internacional, no cultiva el cuento de modo habitual: se le queda corto. Se le queda corto dado que, cuando la Grandes empieza a tirar del hilo de la historia, percibe que el trabajo se está excediendo de sus límites, y es embargada por una inconcreta nostalgia fruto de los días en que ya no podrá seguir viviendo en compañía de los personajes, dejándose llevar por sus peripecias. En otras palabras: se frustra por no poder seguir dándoles cuerda. También nos explica que los relatos que conforman este libro no fueron escritos con la expresa voluntad de ser integrados en un volumen, pero que todos ellos están, de una u otra manera, vinculados a los conflictos que han inspirado sus obras anteriores, una condición que les presta una unidad inevitable. A la autora de “Las edades de Lulú”, “Malena es un nombre de tango”, “Atlas de la geografía humana”, “Los aires difíciles” o “El corazón helado”, su novela más reciente, le gusta deambular por un mundo sencillo y muy personal, cuyas fronteras coinciden con los límites de su memoria.
El libro que hoy comento se compone de siete cuentos, cuyos títulos nos ofrecen una pista más que fiable acerca de su contenido. “Los ojos rotos” trata sobre los amores de una cuarentona mongólica con una fantasma, desventuras que la llevarán a rasgarse los ojos para así recuperar los rasgos de un rostro que sólo es percibido por su espectral amado. ”Malena, una vida hervida”, recoge la increíble historia de una mujer atada de por vida a un régimen, una dieta que presumiblemente la hará más deseable a ojos de su amor, un perfecto imbécil cuya imagen ha sido idealizada a través de los años. La peculiar relación sensorial que la protagonista establece con la comida – fascinación, embrutecimiento, lujuria- me ha llevado a releer la historia varias veces, disfrutándola cada vez más, encontrando los hilos que, inevitablemente, nos remiten a “Las edades de Lulú”, donde la mirada del amante modifica y determina la imagen que el amado tiene de sí mismo. A mi juicio, se trata de un relato sobresaliente. “Bárbara contra la muerte”, trata sobre la lucha de una adolescente contra un horrible anuncio o premonición que sale de la boca de una monja de clausura. La arrolladora juventud y las ganas de vivir de la protagonista conseguirán, a modo de moraleja, que la vida se imponga a la muerte. (Sonreirán todas las lectoras que, como yo, hayan estudiado en un colegio de monjas). “Amor de madre” es la loca historia de una madre alcohólica que retiene a su hija a su lado utilizando las drogas, y también a su yerno a punta de pistola, inmerso todo ello en el discurso desquiciante de una mujer que desconoce los conceptos de libertad y escrúpulo. Una madre que sólo “sabe” ser madre, aún a costa de aniquilar a su única hija. “El vocabulario de los balcones” es la minuciosa descripción de un amor que ha crecido en la distancia, en el cruce de miradas, donde la lejanía y los deseos ocultos moldean la historia. ”Modelos de mujer” profundiza en el viaje profesional de dos mujeres, una espectacular e incompetente actriz y una traductora inteligente y divertida, pero también gorda. ¿Adivináis cuál de ellas se convertirá en objeto de deseo del hombre más interesante que aparece en todo el libro?. Por último, “La buena hija” trata sobre el drama de una mujer que ha sido criada por una chica de pueblo, la chacha de la casa, a la que adora. Años más tarde, la infeliz se verá obligada a cuidar de su madre cuando ésta enferma y se convierte en una perfecta tirana. No desvelaré el final de la historia por no cerrar la puerta a la sorpresa, pero sí diré que todos estos cuentos son un canto a la vida y al esfuerzo.
“Modelos de mujer” es un libro adictivo, que se lee muy rápido, que nos deja con ganas de más, más modelos y más mujeres, más de una Almudena Grandes que hace honor a su apellido y que, con un lenguaje fresco, coloquial sin ser vulgar, nos envuelve en un torbellino de sensaciones. No, no es un libro de mujeres escrito para mujeres, pues ni los argumentos son menores ni los personajes son de rango menor ni es menor la ambición de la autora al escribirlos. Tonto sería pensar, además, que Almudena Grandes sólo ha pretendido ofrecer una visión caleidoscópica de una vida estrecha que va del fogón al pasillo. Leedlo y descubrid que lo atípico cabe dentro de lo cotidiano, y que las cosas no siempre son lo que parecen. El deseo es el motor de la voluntad; es él quien nos ayuda a torcer el destino. Y ese es, precisamente, el hilo conductor de este magnífico libro.