«Un nombre para ti./ Una palabra de aire/ sobre un campo de flores»: “Raquel”, Joan Margarit: Misteriosamente feliz
«bajo la sábana indemne de las caléndulas
la noche de los nardos se despierta»
La fauna entera de nuestros cuerpos
A Laura, en su terraza de pájaros eternales
*
Parece que te hablo en la distancia
—¡cómo de lejos va sonando tu voz a jardín!—,
pero a un beso sin control remoto llega
tu acento dentro, soliloquio de tu boca.
La lejanía es la que deslinda nuestras fronteras,
empañadas de caléndulas y nardos,
pues es la hora de los pájaros esta noche que avisa
de que el silencio transpirará su última soledumbre.
Los pájaros de la noche, empeñados
eternales en acostarse antes cada día,
despeñados bajo el pulso inútil de los relojes,
suenan a oscuridad en eco y sin sueño.
Vine a aparcar mi soledad justo en tu pecho,
cuando el deseo multa su propia fragilidad,
mientras el ansia reduce su pulso hasta borrarse
entre los pájaros de la noche, mi noche.
Suelto a andar mis recuerdos y cruzan
a su indebido tiempo en lento ámbar
por el paso de cebra de tus ojos
cuando aquellos y estos pájaros apagan la luz.
Un nombre para ti./ Una palabra de aire / sobre un campo de flores.
Sola tú, con la hora de los pájaros, a cuestas,
la distancia a hombros,
el aire callado de las orillas en duermevela,
el silencio como un roto buscando un nombre
donde arraigar tu voz de jardín al soliloquio de tu boca.