15 de julio
La tarde se ensanchó
sobre colores de aleación épica.
Los pensamientos, vuelo de astillas
contra los contornos demacrados de la existencia.
Y aunque hubo miedos de apariencia insoluble
la llamada otorgó confianza,
reconocimiento,
recompensa.
Recobrar
el oxígeno
que tantas noches nos dejó vacío.
Y después de cada viaje, la pregunta:
¿fue de verdad la victoria?
Las luces manchegas se apagan,
los pinares vuelven al horizonte
dejando atrás un paisaje vinícola
convertido en iconografía sagrada.
El mar es finito
cuando el corazón está lleno.
Soy hija de la risa nueva.
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Ningún mapa es perfecto
Ningún mapa es perfecto.
Siempre hay una piedra sin catalogar,
y es a la que siempre me arrastran
los vientos que lanzan mis cadáveres previos;
acumulándose en una montaña
de mis “yo” fracasados.
Continuamente me nacen ramas oníricas
que son cortadas de cuajo
-la rutina lo desprecia todo-.
¿Dónde están las sensaciones alegres?
¿Dónde el optimismo con el que nací?
Me abandono a una precariedad emocional:
vencimiento de olas.