En esta España pícara, esculpida en el ADN del “homo hispanicus” desde el principio de las épocas cuando empezamos a recogernos en grupos, poblados y comenzó la estratificación social y división de funciones, la figura del “pícaro”, el buscavidas que se aprovecha de las situaciones para sacar tajada propia sin importarle poco o nada el proyecto del conjunto es un sesgo de carácter e idiosincrasia que se ha ido agudizando como una lepra que ya resulta muy difícil despegar del cuerpo individual y social.
Los listos, los aprovechados, los supervivientes han proliferado en nuestra literatura y ofrecido páginas inolvidables de tunantes y espabilados. En nuestros tiempos democráticos, los escándalos de corrupción, las “mordidas”, las malversaciones, prevaricaciones han sido los titulares de cada día durante muchas jornadas en las primeras páginas de la prensa y en los informativos de radio y televisión y ahora en los medios digitales. De uno y otro signo. Desde azules, rojos y toda la modalidad cromática. Aquí ha habido demasiados imputados y se han visto envueltos en delitos que han dado con sus huesos en la cárcel. El desfile ignominioso por los juzgados como una pasarela de las corruptelas y picaresca moderna ha consumido kilómetros de resmas de papel, ondas hertzianas y píxeles audiovisuales.
Viene esto a cuento por un último episodio que uno escuchó el otro día en un canal televisivo. Un llamado “influencer”, una de las nuevas profesiones en los tiempos de redes actuales, ofrecía un contrato de trabajo, dado de alta y Seguridad Social con un sueldo mensual de 1.400 euros para una empleada del hogar. Este comunicador se llevó una sorpresa mayúscula cuando empezó a recibir contestaciones a su oferta laboral de gente interesada, pero pidiéndole cobrar en negro para no perder una “paga” o “ayuda” que recibía el interesad@ de una administración.
Esta respuesta no debería dejarme suspenso en asombro pero rápido comprendí que en Picarolandia muchos paisanos y de otras latitudes se afanan en tener dos ingresos; una en “A” de ayudas, subvenciones, rentas del Estado y Comunidades Autónomas y otro en “B”, que les hace subir sus rentas mensuales a la nada despreciable cifra de los 2.000 pavos mensuales, aparte de los atrasos recibidos por otros conceptos que, en algunos casos, suponen una nada despreciable cantidad.
O sea, si mis entendederas lo asimilan bien, algunos sectores se quejan de no cotizar en blanco y luego otros (o los mismos) cobran dos estipendios que superan al sueldo de servidor de largo.
Estamos, todos lo sabemos, en años electoral clave... Comicios municipales, autonómicos y nacionales en noviembre o diciembre. Nuestros amados políticos se juegan mucho, mucho: puestos, poltronas, sueldos, presencia, influencia. Muchos me temo están pescando en caladero cautivo, en especial los partidos de izquierda, otorgando ayudas, subvenciones, rentas mínimas y luego me temo que reclamarán que la dichosa papeleta vaya a sus colores, a cumplir con el débito contraído.
Más aparte los bonos para jóvenes, la subida del 8,5% de las pensiones (olé, qué casualidad en este MMXXIII, cuando los colectivos de jubilados llevan reclamando estas subidas años).
Cierta persona me dijo hace poco que ya no se molestaba en buscar trabajo porque a su edad, ¿quién la iba a coger para trabajar...? Con la renta y los atrasos tiraba hacia delante y luego a los tres años, su renovación y así hasta la jubilación...
Gente que trabaja con algunos de estos colectivos vulnerables me han contado que luego algunos tienen pantallas de televisión que no caben en el salón, móviles de última generación y coches a los que uno no puede acceder. Esta picaresca ya huele demasiado a voto cautivo y oportunismo político.
En España, según estimaciones de Hacienda, el 20% de la economía es sumergida y no tributa. Hablamos de entre 200 y 300.000 millones de euros que no declaran, que no pagan impuestos, como usted y como uno.
¿Hasta cuándo la vaca dará tanta leche para tanta lluvia de ayudas y personal que no da palo, algunos de ellos los nuevos pícaros del XXI siglo? Como l@s demandantes de trabajo como empleado del hogar, con 1.400 euros mensuales a la butxaca, más otros 500, 600, 700, 1.000 por la ayuda, renta,. Su “paga”.
Así sí se puede afirmar, como destacan algunos, que otra España es posible. Mercadotecnia política al canto. Ahora a uno le pondrán una etiqueta. Seguro. Claro, se está más a gusto en el redil de los que renuncian al pensamiento propio y vivir del pesebre ajeno mientras dure.
No vaya a ser que no salgan en las listas. Afuera hace mucho frío y habría que pedir entonces las ayudas y buscarse un trabajo “B” o reclamar la puerta giratoria.