Solo el viento,
arrinconando posibilidades;
solo el viento espeso,
desarmando mi espalda.
Cada palabra con su llanto.
Pero recuerdo:
nado en la memoria de las hadas
y recuerdo,
algunas están tristes, otras son azules.
Algunas me permiten regar
el confín del sueño,
apurar las migajas de su belleza.
Otras, son -ellas-
mis oídos.
Se entretienen
con el arrullo constante
de una marisma
que se acerca.