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ISSN 1989-4163

NUMERO 130 - FEBRERO 2022

 

Desenmascaramientos en Época de Mascarillas: SOS Sabiduría

Ángela Mallén

Los seres sabios han ido construyendo herramientas para conocer, interpretar, remediar o prevenir. Nos ofrecen lecturas veraces, cálculos ajustados, intuiciones geniales. Nos muestran los secretos profundos de la naturaleza y del cosmos. Nos invitan a experimentar la extraordinaria fuerza de la vida y a imaginar la insondable profundidad de lo desconocido. Nos acompañan casi siempre en silencio, hablándonos a través de sus inventos, sus libros y sus sueños. Buscan y comparten la emoción de la verdad, la aventura de la imaginación y el respeto por la vida yel planeta.

Pero, de la misma manera que la avispa africana devora a las abejas, los sabios están siendo exterminados por el sabihondo. Los sabihondos pertenecen a una especie resistente, o puede que inextinguible.Son refractarios a los argumentos, al conocimiento, a la experimentación, a las evidencias y a toda la pragmatología del ser humano sobre la tierra. A lo largo de su filogénesis, sólo les ha interesado un binomio: la sugestión(elixir, chollo, milagro) y la presa (adepto, cliente, devoto). Fuera de la burbuja que forman con su manada, se desdibuja la realidad en todas las versiones. Dentro de esa burbujase sentirán a salvo sus invitados (junto con los elegidos a dedo, los héroes de pacotilla y los de zarpazo rápido). Pasen y vean.  ¿A quién no le va a interesar vivir en una inopia categórica?

Cuando el sabihondo se cruza por la calle con un sabio, le lanza una mirada láser con la intención de destrozarle sus gafotas de miope. El primero saca pecho y se mide. El otro continúa pensando en cosas suyas, sintiendo en su interior la danza de los tiempos, el desasosiego poético y el misterio de la existencia.

Históricamente, al sabihondo siempre se le ha visto venir.  Bien porque intentara venderte un crecepelo multiusos para vaqueros calvos y caballos pelones, bien porque te ofertara una parcela en el cielo junto alos santos patrones y los difuntos de la familia. Siempre repeinado y bien tieso. La sonrisa, el guiño y la carcajada. Y luego está su estilismo, adaptado por supuesto a los usos y costumbres. Podría acercarse a ti, biblia en mano, cabalgando sobre un jamelgo famélico. Podría llamar a tu puerta con la seductora cortesía de un vendedor a domicilio de enciclopedias en diez tomos. Puede que te hable ahora como si estuviera filmándose para un tutorial. En todo caso, no abandonará las pautas que lo han mantenido a salvo hasta la actualidad. El gran superviviente. El listillo desalmado.

Y aquí lo tenemos, como siempre, disertando con ahínco de lo que no sabe nada en absoluto, cazando incautos, esquematizando y banalizando la extrema complejidad del ser. Mira por dónde, ahora el sabihondo abandera a los asustados por los virus, a los desencantados de las democracias, a los mimados por la mater fortuna, a los acostumbrados a los derechos de pernada. ¿Y qué les da a todos estos? Les da la razón.  Que viene el coco, sí, sí. Que el estado de bienestarcaduca. Por eso te vendo mi alarma con videocámara, mi bunker, mi nave nodriza, mi securitatem. Serás libre conmigo. Libre de “libertad total”, no de libertinaje ni de libertario, ni de libertino. Nadie pondrá sus sucias manos sobre tus millones de seda, ni te cerrará tu chiringuito boyante por culpa de una pandemia u otras zarandajas.

El sabihondo y la sabihonda. Libertadores marrulleros, liantes, siempre con su mirada láser apuntando sobre la especie amenazada. Quieran los seres del mundo desenmascararlos y desactivarlos.

SOS Sabiduría. Frenemos su extinción.

 

 

 


 

 

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