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ISSN 1989-4163

NUMERO 120 - FEBRERO 2021

 

El Miedo de los Andenes

Ramón Asquerino

(Un beso fugitivo corriendo por no llegar tarde)

«Antes que el tiempo muera en nuestros brazos»:
Andrés Fernández de Andrada:Epístola moral a Fabio

« […] como una soledumbre partida
en dos, atravesada de semáforos
yrotas miradas de ventanas en ámbar,
por azoteas aún con luna de geranios.
Hendido en dos discurre el misterio de tu boca.»
Al anhelo de tus dientes

*

Han sucumbido al adiós los andenes
y las despedidas huyen en desbandadasa pie
tras el resplandor sonoro de las ventanillas.
El ruido inerte de las locomotoras,
las estaciones, con vértigo y en vela
hasta esconderlas en tu abrigo, se apagan.

Clamaba entonces un dolor de andenes por el pecho
que atravesaban con sus vías brillantes
y cortaban la garganta
como un secreto de acero y piedras,
bajo las últimas vigilias de la noche,
a la lenta celeridad del exprés nocturno.

Sofocaba lágrimas la caldera de los ojos.
Eran un rebufo de ira lejana la oscuridad,
un beso fugitivo corriendo por no llegar tarde,
un bufido en las entrañas el pecho,
las maletas de los días guardando la noche cerrada,
cerradas, y la rejilla del equipaje corpulento
tiritando tenso y vagaroso verano.
Descoloran las fotos sus paraísos deterioradas,
crecen olvidos en una carta que no llegó.
El silencio de tela durante la larga noche,
el suyo despidiendo al andén,
mientras el cielo se cubría de cilicios
y la pena conducía aquel largo tren tan ausente.
Traquetean la fiebre de los andenes,
los festivos besos, las horas inalcanzables,
los billetes de cartón piedra o amarillo largo,
según avanzaba la lentitud de los veranos;
en verano, siempre era verano.
No se veía en el cristal de la ventanilla
ni el roce del humo de un cigarro,
ni la cortinilla plegable de la madrugada,
solo la soledumbre agitada del compartimento.
 No querías que la noche acabase.

¿Será que la luz viniera tímida como una vía muerta,
como los besos no entregados, estragados,
como la tristeza suicidándose entre las vías,
como el antiguo dolor de los andenes?
Saltan chispas de otro siglo por la chimenea del Tiempo
y la oscuridad roe el óxido de las flores que crecen,
despavoridaso amparadas por las vías muertas
entre celos paralelos.
Amarillea la piel a tiras que va recortando la distancia;
la distancia entrelazada, impía como el humo del Tiempo,
con triángulos en la frente y arrugas
de aviso:Atencion suelo humedo [sic] mortal.
Los andenes estremecidos de polvo y silencio,
la resignación de «dejarse vivir», tirando los días,
como cobre barato de calderilla y pena.

No querías que la noche acabase,
que estallarala espuma del sol
con otro mediodía aplastando estaciones;
no querías más que la noche cabal y quieta,
su ceniza perezosa en el andén, la cabeza
en un rompiente hacia un horizonte de cristal.

Sí, empiezas a llorar ya con tanto recuerdo
encima y boca abajo, ahora:
El miedo de los andenes,
un beso fugitivo corriendo por no llegar tarde:
Antes que el tiempo muera en nuestros brazos.

 

 

 

 


 

 

El miedo de los andenes 

 

 

 
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