No nos Libres del Mal
Vicente Muñoz
Que dos adolescentes de buen ver lean juntas por la noche bajo las sábanas Las flores del mal y Los Cantos de Maldoror sólo puede deparar cosas como esta: No nos libres del mal (Mais ne nous délivrez pas du mal, 1971), de Joël Séria, una perversa historia de iniciación a la vida adulta y al sexo, transgresora y blasfema como pocas, que os recomiendo muy encarecidamente videar.
No sé muy bien en qué género en concreto se la podría encuadrar, porque tiene un poco de todo, drama psicológico, cine de autor, thriller, satanismo, erotismo y crimen, y en eso reside precísamente su encanto. Pero sí sé, casi con total certeza, que tanto Baudelaire y Lautreamont como Rimbaud, Huysmans o Wilde y demás maestros simbolistas y decadentistas la habrían aplaudido. Porque desarrolla explícitamente una premisa por todos ellos muy querida: la atracción por el mal y el desprecio hacia las normas divinas y humanas.
Las fantasías y juegos de Lore y Anne, o cómo y por qué se corrompen dos adolescentes inquietas, es el quid de esta estupenda película, subversiva e irreverente y, por diversos motivos, casi imposible de rodar hoy en día (ya comprobaréis al verla por qué).
Fantásticas en sus respectivos papeles ambas protagonistas, Jeanne Goupil y Catherine Wagener, estupendo el guión del propio Joël Séria e inolvidable y tremendo el final, pura poesía (envenenada), que no lograréis sacaros en mucho tiempo de la cabeza.