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ISSN 1989-4163

NUMERO 80 - FEBRERO 2017

La Apuesta

Ángela Mallén

Autora: Dionisia García. XXX Premio de Poesía Barcarola. Nausícaä. Colección La Rosa Profunda. Albacete 2016. 66 páginas. 12€

“Llevar la oscuridad dentro del pecho / despierta la pasión por lo ignorado”. Con estos versos pensativos abre su nuevo poemario la poeta Dionisia García. Y recuerda con ellos la divisa de los antiguos alquímicos: (1)Obscurum per obscurius, innotum per ignotius, que Marguerite Yourcenar utilizó como epígrafe en la segunda parte de su novela Opus Nigrum. Así como M. Yourcenar hace que su protagonista, Zenón, sufra los avatares del siglo dieciséis desde la búsqueda de una ascética del conocimiento; Dionisia García nos plantea también, con su profundidad lírica, una apuesta emocionante y arriesgada: el recorrido intelectivo y anímico desde la sombra hasta la claridad. Ya en el preludio, nos entrega la poeta las claves para interpretar su poemario: apelar, siempre esperanzados, a los sentidos atentos, al vivir generoso y a la experimentación tenaz (“Quizá sea una forma de conciencia / mirar cuanto nos cerca, con luz pródiga, / y encontrar el reflejo del ansiado destino”). Pero no es hasta los últimos versos del último poema, cuando se nos desvela la clave final: sólo en libertad es posible la búsqueda, tanto en la vida como en la eternidad: “Si libertad yo alcanzo, seguiría la búsqueda. De Ti no me despido”.

Alcanzar, abrir, ser, caminar, mutar, crecer, arar, insistir, esperar, despertar, agradecer, ver, apostar, indagar, confiar, comunicar, avivar, compartir, volar, recordar, aclarar, buscar, fundar, alcanzar... Si reunimos las acciones que recorren estas páginas, vemos que todas ellas son coherentes con una propuesta hacia la luminosidad y la trascendencia. Un propósito creyente, una confianza. 

Y es que el aparato sensorial de la poeta Dionisia García se rige según una legislación tan armónica y crea un microcosmos tan ordenado, preciso y pulcro que, si el lector entra en sintonía con su poesía, el tiempo del mundo y la experiencia de vivir cobran un placentero significado que se mece en los sentidos.  Su voz que crece en nosotros como la hierba en la orilla de un río: “Varear la corteza para que esponje el limo, /a su debido tiempo, porque la tierra sabe, / y vendrá el sembrador, con su mano granada, / mirando cada surco. Y se abrirán las nubes, / las madres de la lluvia, para que todo sea”.

Todo su poemario se lee a ritmo lento, de caminante contemplativo y reflexivo. Versos alejandrinos, de discurso sosegado, que nos permiten respirar en sus hemistiquios. Pero también heptasílabos o endecasílabos rumorosos, apacibles. La voz de Dionisia García, dorada y madura como los cereales de una conciencia fértil, nos va desmenuzando, desbrozando el camino, en un susurro y en un canto que nos alerta ante la belleza. “Detente instante / en este vaso ancho / que alberga las anémonas…. Que mi pasar no quede, / pero sí la belleza de las cosas”.
Diríase que hay empeño en la palabra poética cuando ésta se alía con la luminosidad para evidenciar lo ensombrecido, y con la sonoridad para alegrar lo silente, y con la ligereza para elevarse sobre la pesadumbre de las cosas. “Asómate a las aves, al mundo de los astros. / Nadie pudo abarcar tanto prodigio. / del festín de las flores, ¿quién ha llegado al límite? / No dejemos atrás a los insectos con su armonía dulce, / ni árboles como hombres, que al mirarlos te miran”.

Diríase que hay tesón en la palabra poética cuando ésta se elige en función de su hondura por la necesidad de expresar un pensamiento que fluye de la serenidad. “Fíate de esa luz intermitente. / La lucha es el portal del vencimiento. / Solo la plenitud será posible / si nosotros queremos que amanezca”.

Diríase que hay riesgo, cuando se deposita esa palabra sobre la experiencia pura para añadirle a ésta un significado que la acerca a aquello que sea lo primigenio y lo transcendente. “En mi vida de ahora busco con decisión, / más todo está vallado, intransitable / como si no existiera quien estuvo…    El hombre solo acepta lo posible, / cuando su mente acoge y ven sus ojos. / Alguien fundó la luz, el firmamento, / y sabe por qué quiso la espera confiada”.

Diríase que hay empeño, tesón y riesgo. Pero, sobre todo, diríase que hay compromiso en la palabra que escribe y convoca Dionisia García. Por eso, por todo eso, la suya es la palabra que apuesta por la vida y también por su trascendencia.

“Reales son los trigos del verano,
los pájaros que pican el fruto de la higuera;
la mirada precisa del amor…

Apostar es la fuerza, el inocente impulso
que ilumina esa estancia de paciencias,
un refugio mayor que nos redime,
y ayuda a caminar entre consuelos”.

Queda pues bien logrado el propósito de la poeta en este poemario orientador y alquímico, en el que la luz, ese espectro de partículas elementales, nace dentro de sus páginas e ilumina nuestro camino.
Enhorabuena a Dionisia García por “La apuesta” y por su merecido premio.

(1)A lo oscuro por lo más oscuro; a lo desconocido, por lo más desconocido

La apuesta

 

 

 

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