Tras el Cristal
Vicente Muñoz
28 años después de su polémico estreno, Tras el cristal (1987), la ópera prima de Agustí Villaronga, conserva intacto su malsano poder de seducción y sigue siendo una de las películas más truculentas y escatológicas del cine español del pasado siglo.
Nunca hasta entonces habíamos videado en nuestro país secuencias y escenas de semejante crudeza, ni una propuesta tan arriesgada y morbosa como la de Tras el cristal , que nos heló a todos la sangre en las venas.
A caballo entre el cine de denuncia social y el thriller de suspense y horror, la película de Villaronga aborda sin endulcorantes temas tan controvertidos como la pederastia, el infanticidio y el sadomasoquismo, introduciéndonos en una sórdida trama de abusos, venganzas y asesinatos magistralmente orquestados (el de Marisa Paredes, por ejemplo, de un esteticismo digno de Mario Bava o Dario Argento) que desembocan en un sorprendente final.
No apta ni mucho menos para todos los públicos (el que avisa no es traidor), Tras el cristal es, pese a su truculencia, un alegato contra los horrores del nazismo y las secuelas del maltrato infantil, y una de esas películas de culto que se clavan como un dardo envenenado en el corazón y nunca se olvidan.