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ISSN 1989-4163

NUMERO 60 - FEBRERO 2015

Como Está el Patio, Diríamos

Rosa Mª Ortega

 

Cómo está el patio. No entiendo demasiado de política. Probablemente, no cuento con suficientes datos o elementos de juicio como para hablar con ese consabido conocimiento de causa con que observo, la inmensa mayoría de personas que ha condenado en redes sociales, medios de prensa y tertulias, al respecto del atentado en el semanario francés Charlie Hebdo. Voy a intentar por todos los medios que esto sea un parámetro de reflexión, una serie de cuestiones y preguntas al aire, desde el prisma más humano.

En mi humilde pesquisa o conocimiento básico de la religión y cultura musulmanas, existe un libro sagrado, y es el Corán. Son 5 pilares, preceptos obligatorios del Islam, los que rigen la vida del árabe: la FE, la ORACIÓN 5 veces al día, la LIMOSNA, el AYUNO de comida, bebida, tabaco y sexo durante el mes del Ramadán, y la PEREGRINACIÓN a la Meca una vez en la vida. Los imperativos religiosos engloban el aspecto educativo, el código de vestimenta y los derechos civiles, entre otras cuestiones. Las diferencias establecidas entre hombre y mujer trascienden sobremanera el rol social. La Hijab, el Burka, el Velo...son signos de controversia continua, considerados de opresión en Occidente y absoluta falta de libertad del individuo o, en este caso y en mayor parte, de la mujer. En otro orden de cosas, el arte musulmán, la arquitectura, la música...están incuestionablemente valorados y apreciados sin objeción. La admiración frente a la condena.

África tiene parajes bellísimos. Naturaleza pura. Y tribus salvajes. Etnias distintas en las que rasgos como la poligamia son de absoluta normalidad y pertenecientes a costumbres y tradiciones. Las personas de nacionalidad hindú entienden como lógico, cuanto menos, ataviarse con un sari o un turbante. En China, la caligrafía es un arte, y la carne de perro (rotundo tabú alimentario en Occidente), un lujo para el paladar (costosa y más accesible para el ciudadano chino adinerado). El 90% de Nepal vive de la agricultura, medita y derrocha espiritualidad. El valle de Katmandú y sus montañas son de una indudable belleza natural. Lo bello frente a lo incomprensible.

El continente africano, zonas asiáticas como La India, China o Nepal, países islámicos, musulmanes... diría que todos tienen algo muy bonito y, por contra y lógico al mismo tiempo, rasgos y costumbres profundamente arraigadas en lo ancestral y absolutamente retrógradas. Bajo mi desconcierto, me pregunto cuánto hay de intrínseco en el ser humano que, por haber nacido y desarrollado ideas fundamentales de la vida en una u otra zona del planeta Tierra, actúa de una u otra determinada forma, altamente ruin y condenable para unos, e impregnada de creencias fundamentales y normalidad para otros.

El núcleo de toda violencia terrorista, política, fanática, religiosa..., deduzco que no puede más que resumirse en un concepto: VENGANZA. Venganza de islamistas, venganza de cristianos, venganza de culturas...venganza de la incomprensión. No se puede pretender que países, culturas, religiones concostumbres tan primitivas y escasamente evolucionadas, sean capaces de comprender y profesar cierto sentido del respeto, la tolerancia y la no violencia.

Si a un musulmán, el Corán le dicta unas actitudes radicales, unos preceptos obligatorios, y nace y crece con fe ciega en esas creencias, independientemente de que pueda convertirse en erudito y formarse con una educación exquisita o no, es altamente probable que su ley de vida no le impida inmolarse por una causa y matar, o cometer un atentado como el de Charlie Hebdo. Llamarle hijo de puta y extremista es algo, en el fondo, un tanto absurdo, porque si en lugar de haber nacido y vivido en París, o en Barcelona, o en Londres, con filosofía de vida, creencias y costumbres de libre expresión, hubieses nacido y crecido en un país árabe, bajo la más absoluta influencia de la fe y preceptos islámicos, casi con toda seguridad, los papeles estarían invertidos, y el hijo de puta y extremista serías tú. Y cambiar eso, a día de hoy, con tanto rencor, guerras precedentes, superpotencias en auge, cristianos, musulmanes, vietnamitas, judíos, negros...habiendo perdido y ganado batallas por doquier, es muy pero que muy complicado. Casi inviable, diría yo. Como pedirle a un chino que no coma carne de perro, que un perro es tu mascota y le quieres. Como pedirle a una mujer musulmana que se quite el velo, que le está privando de su libertad. Como pedirle a un monje tibetano que edifique en pleno valle de Katmandú, que folle más y se deje de tanta contemplación. Como pedirle a un miembro de una tribu africana que se quite el taparrabos, se vista como Dios manda y se venga a la urbe a dormir en una buena cama con colchón de látex.

YO también he sido educada bajo el prisma occidental, y mi sentido común me dicta que no es normal que un tipo entre en la redacción de una revista y se cargue a otro porque ayer hizo un dibujo ofensivo de Mahoma y lo vio media Francia y su madre.

Mi sentido común me dicta que es absolutamente descabellado entrenarte como piloto de vuelo, coger un avión de pasajeros y estrellarlo contra un rascacielos a rebosar de empleados de oficina, personal de limpieza, camarer@s y otros seres humanos que a ti no te han tocado un pelo del sobaco.

Mi sentido común también me dicta que la gente, aquí, en África, o en cualquier otro lugar del mundo, suda (y es normal que sude) cuando el termómetro marca 30 y pico a la sombra, y esperar la cola en la caja de un super, en esas circunstancias, con señoras musulmanas embutidas en túnicas, velos, pañuelos y bigotudas (que está por ver que la costumbre islámica sea todo un rito de depilación femenina), es un suplicio maloliente.

Mi sentido común me dicta que, si por azar y vete a saber tú qué razones de niña de 6 años, no me hubiese habituado voluntariamente a escribir y hacer todo con la mano derecha, en lugar de con la izquierda (que me resultaba más fácil), hoy en día lo tendría francamente crudo como zurda en un país árabe, donde el precepto indica que el lado izquierdo simboliza la desgracia, y es absolutamente obligatorio comer siempre con la derecha.

Bien, mi sentido común me dicta que NO ES NECESARIO dilapidar a un tipo como Willy Toledo, que al fin y al cabo expone más un perfil provocador que no otra cosa, y que muy probablemente se siente tan indignado ante cualquier ataque de violencia, terrorista, islámico o de cualquier otra índole, como tú y como yo. Y provocar y opinar en contra de la mayoría, te convierte en cabeza de turco, que tampoco creo que sea esa la cuestión, señores. Diría más bien que condenar opiniones invertidas a la propia es un error retrógrado y cuestión de intolerancia.

Supongo que no es sencillo. El debate. Cuestionar la injusticia, la impotencia o la barbarie. Pero a mí me ha resultado, cuanto menos, bastante increíble y sorprendente, comprobar cómo la propia intolerancia que todos, en el fondo, llevamos un poco dentro, no nos permite aceptar opiniones o argumentos que puedan decantarse por otro lado que no sea el de la condena más absoluta al musulmán y sus putas reglas de vida y odio. Porque odio, damas y caballeros, lo hay, aunque lamentable, en todas partes y culturas. Y tal vez el árabe sea una víctima más de una cultura y religión con aspectos por desarrollar, que no permiten apertura de mente. Es posible que, por otro lado, estemos tan mezclados ya, razas y colores, religiones y costumbres, que demos por hecho que, habitemos la nación que habitemos, vamos a estar todos protegidos y a salvo de diferencias, prejuicios e inadaptaciones sociales, y que todos vamos a ser amigos. Y el mundo nos está diciendo que eso no es así, ni puede serlo. Que prejuicios, haylos. E inevitables, mal que nos pese. Porque es lógica aplastante e intrínseca dentro de la propia cuestión, que culturas radicalmente distintas no pueden llevarse bien o complementar sus hábitos.

Intento decir que si una cultura y religión, de entrada y base, tiene unos preceptos tan anclados en el pasado y faltos de consistencia, pretender que elementos tan opuestos y radicales convivan y aboguen por esa libertad de expresión y tolerancia que todos clamamos, es algo así como una utopía que dudo mucho que vaya a convertirse en realidad.

¿Cómo se le explica a un adulto que un libro, un Corán, una Biblia, una religión NO debe dictar tus leyes y privarte de tu libertad como ser humano? Explícale a un musulmán que eso de la libertad de expresión al caricaturizar a Mahoma hay que tomárselo a coña, ¡hombre!, que no es para tanto. Que no es un ataque a sus creencias arraigadas de cultura y religión (brutales, erróneas o no, pero ahí están). Explícale a un musulmán que ser zurdo no es una desgracia y que da lo mismo comer con la derecha que con la izquierda, por decir sólo una de las muchas perogrulladas que puede conllevar una religión como precepto. Explícale a un musulmán que Mahoma no es su papá, y que, aunque lo fuese, si unos señores se burlan de su papá, de Mahoma, o de su hermano, eso no le da derecho a encañonarles. Explícale que el Corán es una bazofia como la copa de un pino y que rezar 5 veces al día es un coñazo, y que no permitir a tu señora que luzca su bonita cabellera en público es una estupidez, y explícale 5.847 cosas más, que NO TE VA A ENTENDER (a ver si nos damos cuenta de una puta vez de que lo que para una cultura es una auténtica barbaridad, para otra es algo completamente consistente).

Claro que generalizar no es sano. Desde luego, musulmanes sensatos, cristianos sensatos, ateos sensatos y personas de todas las razas, culturas y colores sensatas las hay, y muchas (por fortuna). Pero de ahí a pretender que todos nos comprendamos a todos, independientemente de razas, colores e ideología en la que estemos más o menos adoctrinados...no es sencillo.

Pongamos que yo hago un dibujito burlón de Mahoma en una cena de amigos, y al terminar la velada, el dibujo va a la basura con los vasos de plástico con los que nos hemos puesto hasta el culo de cerveza. Paz y gloria. Y ahora pongamos que hago un dibujito burlón de Mahoma en la redacción de una revista, y el dibujo va directamente a imprenta con tirada de 60.000 ejemplares. Paz y gloria (que te crees tú eso). Porque me la estoy jugando. Y no es justo, vale. Pero me la estoy jugando, y sé cómo está el patio. Mojado. Y no sólo lo sé yo. Lo sabe todo el mundo. Por eso, me sorprende la inconmesurable conmoción que ha invadido redes sociales de cartelitos JE SUIS CHARLIE que nos estampamos todos en la camiseta y salimos a llorar en tropel a la calle. Esto es la cuenta'la vieja: el cálculo siempre es el mismo. Hazlo un mes atrás. Antes de los hechos. Tú solito. Engánchalo en el interfono de tu bloque, verás qué bien. A ver si hay huevos. Que en masa y amparados opinamos todos maravillosamente bien, pero si intentas plantear cuestiones de reflexión que desvien un poco la flecha....te dilapidan. TOLERANCIA y LIBERTAD DE EXPRESIÓN. Claro.

Ocurre en todo y con todo en la vida. Nos han creado así de chul@s. Como cuando la palmaron Whitney Houston o Michael Jackson. Crónicas de una muerte anunciada, no me nades en la ignorancia, que ambos estaban de mierda hasta el culo. Y a título póstumo, dioses del talento y la perfección. Tampoco me parece a mí que John Lennon fuese un superhéroe, digo yo. Más bien era un tío hippie, con talento y con gafas. Con cosas buenas, y otras no tanto. Nunca he creído que se deba aupar el talento en cotas máximas. Las personas tenemos un desarrollo cognitivo y creativo en diferentes ámbitos, unos más que otros. Pero de ahí a entronizar a un ser humano, ni justo ni sano. La conveniente dosis de admiración. Lo demás, no procede. Quien es capaz de ver virtudes, es capaz de ver defectos. Y todos tenemos ambas cosas.

Yo no siento rabia, lástima o asco por la señora musulmana con túnica de lona de toldo de balcón en pleno agosto, que desprende sudor maloliente, ni por un islamista que dispara a un dibujante a bocajarro, ni por un chino que se está zampando un guiso de perro junto a mi mesa. Lo que yo siento es que en pleno S. XXI, no hemos podido ni podremos convivir con elementos tan dispares unas culturas de otras. Aspectos que atentan contra la vida, la evolución de las personas, los sentimientos, las emociones... porque se nos ha despojado de comprensión, y no hemos sabido darnos soporte unas culturas a otras, o no hemos podido, o no nos hemos dejado ayudar para evolucionar, o no hemos sabido respetarnos lo suficiente para convivir. Que luego, eso sí, las fronteras están abiertas a tutti plein. Pero mézclense, a ver si pueden. Y que salgan los tiros por donde salgan.

En este batiburrillo de guerras sociales, políticas, religiosas, culturales y demás, no sé yo si alguien podría salvar su conciencia y estar libre de pecado, que me gustaría a mí saber qué tipo de sangre y RH debe correr por las venas:

•  De un grupo de dirigentes y gobernantes que un buen día decide enviar a todo un ejército de todo un país a bombardear a otro.

•  De un grupo de extremistas que, en efecto, carga contra unos señores que están dibujando satíricamente al profeta de la religión que les une.

•  De unos chavales que no coordinan cerebro y se arman con escopeta al hombro en las aulas.

•  De flipados al volante que se adentran dirección contraria en la autopista en sumo estado de embriaguez y te eliminan, así, por las buenas.

Y si quieres sigo, que así va todo, y en todas partes del mundo. Algo estaremos haciendo mal. Pero todos, ¿eh? No te creas tú que por llevar el cartelito JE SUIS CHARLIE, te salvas. Porque ahora lo llevamos todos, y así es fácil.

Lamento lo que ha pasado. De verdad que lo lamento, y siento que no es justo. Pero yo tampoco hubiese ejercido tal libertad de expresión en una viñeta nacional. Que también deberíamos apelar un poco al sentido común y reflexionar dónde está la frontera entre esa libertad de expresión y el libetinaje. Pero esta ya es opinión muy propia por la que me pueden llover hondonadas de hostias, claro.

Comprendo la injusticia, la impotencia y el dolor, pero me cuesta creer ese desconcierto unánime ante algo que, lamentablemente, creo que estaba en la conciencia social que podía ocurrir, tarde o temprano. Por cómo está el patio, diríamos.

 

 

 

 

Como está el patio, diríamos

 

 

 

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