Camino de casa, Holmes se detuvo a tomar una cerveza en el Blue Mary. Aquella tarde estaba especialmente melancólico. En la puerta, dos perros fornicaban junto a un charco. Una pinta. A su lado, en la barra, un sastre con cara de idiota tenía una enorme mancha de semen en la levita. Una prostituta, sin duda, porque en Londres las prostitutas lo hacen de pie.
-Basta levantarles un poco la pierna y todo entra de golpe, sin sequedad. Lo cierto es que se untan de aceite porque no esperan que ningún hombre las excite. Cuidado con el aliento, suele apestar a ginebra, por eso es mejor introducirles el pene en la vagina por detrás y así, de paso, evitas darte cuenta que, a lo mejor, no tiene dientes. Cuida de no restregar el prepucio por su culo, son de poca higiene. Sobre todo no las sodomices nunca, porque sus tripas son de muchas diarreas. Tampoco gastes saliva dando conversación, el mal aliento se expande cuando hablan y lo que escuches no merece la pena. Suelen tener además la voz chillona. Ahí queda todo, métela bien adentro y date prisa porque hace frío. Un caballero no disfruta esas cosas, simplemente se vacía. En Francia es distinto, les gusta desnudarse y agarrarte el miembro con las manos para introducírselo en la boca. Pero, ya digo, en Londres siempre hace frío -Watson tenía un manual completo para irse de putas.
A diferencia de Holmes, el hombre que está a su lado es feliz, porque sonríe y se ha detenido a beber. Tiene prisa, porque bebe rápido. Es sastre, lo delatan los alfileres en la solapa y las manchas de tiza en la manga. Los patrones y los cortes se marcan con tiza. Un hombre satisfecho. Obeso, pulcro y con un chaleco anticuado. Soltero, por supuesto, porque no lleva anillo. Vive con su madre, que es viuda, porque huele a colonia vieja. Seguro que su padre fue militar, porque lleva un reloj viejo con la marca de un regimiento en la cadena. El padre no era oficial, porque el sastre no es de posición holgada; un sargento, a la vista de los botines tan brillantes como ahora lleva su hijo. Al sastre lo ha criado su madre, sin la presencia del padre, lo que salta a la vista por sus modales afeminados. El padre no murió joven, porque ese reloj es un obsequio propio de la jubilación. Por tanto, si no murió joven ni cuidó de su hijo, sería porque estaba destinado lejos, probablemente en Africa, ya que los botones de ese anticuado chaleco son de ébano. La madre sigue viviendo con el sastre, porque es un hombre meticuloso en su aspecto pero, sin embargo, ha salido con una chaqueta con marcas de tiza y con alfileres en la solapa, lo que prueba que no ha tenido oportunidad de cambiarse sin llamar la atención de la madre. Le tiene miedo, no quiere darle explicaciones. El semen que le cuelga en la chaqueta es el suyo, porque le queda el rastro de un hilo de mancha desde la bragueta. Al idiota lo han engañado, lo han masturbado sin dejar que introdujera el pene en la vagina, de ahí le viene la mancha que ha saltado a la chaqueta. Las prostitutas te sujetan el pene entre los mulos y te pellizcan el prepucio para que eyacules. Sin embargo, éste no se ha dado cuenta del engaño, ya que no se ha molestado en buscar la salpicadura de semen. Sigue pensando que ha descargado dentro. Es un idiota.
Holmes se bebe la cerveza y regresa a casa. Al salir del Blue Mary, no hay perros fornicando en la puerta, pero Holmes mete los pies en el charco. No le importan los pies mojados, sigue caminando pensativo. Watson acaba de informarle que piensa casarse, abandonarlo...