El trato de Inma Luna con la poesía es desde y para la vida; no obstante Inma, con conocimientos de antropóloga, concede a su ejercicio poético un espacio amplio a lo que sería el comportamiento social del individuo; “De cerca nadie es normal”, “Cosas extrañas que sin embargo ocurren” o “Existir no es otra cosa que estar fuera” son solo tres títulos en poesía de sus últimas propuestas donde, entre otros enfoques, se recurre al yo y desde la primera persona la poeta nos hace participes de su universo de estímulos, inquietudes, revoluciones y miedos. Pero tampoco es que este sea el eje principal de su poesía, Inma domina bastante bien la imagen poética como figura retórica, ya que tanto sensaciones visuales, como olfativas e incluso auditivas, destacan en muchos de sus poemas; es conocido, gracias a ella, el mensaje sibilino que puede contener el etiquetado de un, no tan simple, bote de champú, "oda" al rizo con el que finalizó su noche en POéTIKAS. En esa visibilidad de lo visual a través del ejercicio poético recuerdo aún el, para mí, ya mítico verso en el que dibujaba un miedo: “temo parir un pez naranja”, que incluso dio título a una de sus páginas en una comunidad virtual, y que hoy eché en falta; o, aquel otro poema, que me hizo ver el mostrador de una carnicería con otros ojos: “El árbol de los fluidos”, con el que además dio inicio a su intervención. Sus intervenciones esta noche, en POéTIKAS, nos han dejado con una inquietud que levanta la tapas de las alcantarillas, además de trastabillados, ojipláticos y patidifusos: "Vengo de un cuento de hombres y mujeres", espetaba para, a continuación, desgranarnos su primera intervención a través de los poemarios "No estoy limpia" -al cual pertenecen esos versos-; "El círculo de Newton" o el ya mencionado "Existir no es otra cosa que estar sola". De "Existir no es otra cosa que estar sola" cabría destacar la lectura de los poemas "La gran ola" y el poema de amor "La alegría". El eje de su segunda tanda sería “Cosas extrañas que sin embargo ocurren”, preciso homenaje al padre muerto, hermosa apuesta escrilustrada de la editorial sevillana Cangrejo Pistolero.
Voy a ganarme el pan dice en un verso. Y lo tiene ganado, de verdad.