Como el periódico de ayer
Porque no siento nada
y lo siento todo,
porque bajo la tierra,
la humedad sigue escribiendo en gotas de agua
los versos de la esperanza.
Y como el periódico de ayer,
rodando por la acera,
despierto entre la multitud de un grano de arroz.
Un instante,
la casa del consuelo
en mitad de un terremoto.
Con un pie fuera de la cama,
ya no quedan supervivientes.
La escuela les ha callado la boca
y la razón ha pintado de blanco
los psicodélicos sueños
que hace un rato
me llamaban por mi nombre.
Y sin más, se desvanecen ante la verdad
a la que no quise mirar
ni agarrar de la mano,
solamente porque
en ella
tú no estabas.
Ya nada espero
salvo esa llamada
que ojalá
nunca llegue.
La maleta
La maleta está abierta y repleta de mis cosas
pero de nada más.
No se si debiera deshacerla en este cuarto
o lo que de verdad me pide
es que la cierre y salga por la puerta
para siempre.
No sé lo que pretende
la maleta.
Yo espero quieta,
abrazada a mi duda
y el tiempo pasa y no perdona:
cuantas más arrugas tiene,
más me odia.
Y exige un paso:quedarme o irme.
como si pudiera elegir
entre dos muertes.
Y sólo hay una.
Pero aquí permanezco,
inmóvil,
sin saber cuáles son las ultimas letras
que debo escribir sobre el espejo
después de preguntarme
una y otra vez
que hago yo aquí.