Últimamente este maldito pecador de la pradera está enfrascado en el estudio. El estudio de las series de dibujos animados. La culpa la tiene un mañaco de cinco años que me tiene sorbido el seso y de cuyo nombre sí quiero acordarme. Se llama, Sergi, sabedlo, y me tiene un punto enamorao, ¿mestaré volviendo gay y uno con estos pelos alborotaos...?
Uno que ha estudiao hasta arriba, hasta la cúspide de la educación pública de este país llamado Las Españas, descubrió con hondo desasosiego que no sabía nada, res de res, de los personajes amados por un niño de cinco años. ¡Qué vergüenza, qué desolación no saber mantenerle la conversación? Cero patatero en el conocimiento de los amigos de Bob Esponja, los Gormiti y sobre todo el Señor del Mar, el favorito de Sergi. ¡Y qué decir de los Pokemon! Tantos personajes tan desconocidos para este desmayao sueño de escritor. Ni Pocoyo, ni la serie esa de nombre impronunciable de un equipo de fútbol a la japonesa estilo manga. Uno, corriendo como loco al kiosco de la esquina para comprarle sobres con los cromos de la escuadra balompédica, como yo hacía de chico con los álbumes de Mazinguer Z, la Abeja Maya y Marco. Y tampoco me acuerdo de sus amigos y vagamente de sus historias. ¡Mecachís en la pena negra! ¡Analfabeto total de las cosas que importan a un niño de cinco años, ojos de mis días y sueños limpios de mis noches!
Con total atrevimiento le pregunto a Sergi cuando veo la tele con él y sus dibus, si este personaje es bueno o es malo, si aquel de George de la Jungla es bueno o es malo. Y él responde de inmediato con seguridad y aplomo y uno queda desconcertao ante la rotundidad de sus respuestas. El mundo es un espejo de claros blancos y negros para su mirada. Este maldito pecador está enredao en una cada vez mayor trama de grises y cada vez me aclaro menos.
Echo la vista atrás, al retrovisor de los días y me pregunto cuántas cosas se han ido por los caminos, los caminitos que se cruzan y se alejan. La inocencia, la ilusión, la confianzas que se ha ido cayendo de los bolsillos...
-¿Este es bueno o es malo?
-Este es bueno. Calla que estoy viendo los dibujos.
-A sus órdenes, sire.
P.D: El otro día me fui con Sergi y su mamá a ver la Cabalgata de SS MM los Reyes Magos. Lo reconozco: acudí con fe de devoto a ver a sus altezas mágica y las caras de ilusión, confianza e inocencia de los niños que no hay dinero en el mundo que pueda comprarlo. Para verle la cara a Sergi. Para cargar las pilas de optimismo, fuerza y ganas de seguir en los tiempos que se avecinan. Allí, entre los adultos en las filas posteriores, llorando hacia dentro, como un niño chico y no hacer el ridi entre tanto padre y madre y abuelo, serios, responsables y hombres de provecho.
Y el Sergi va y me susurra a los oídos que los camellos son guarrindangos. Les guelen los pies.