Cuando un ser humano es adicto al reconocimiento necesita proyectarse socialmente como digno de alabanza. Dado que el humano solo hace caso al congénere que mete dos goles por partido, al que es guapo y canta de pena o al que se casa y se divorcia de alguien que sabe marear un toro con un trapo, el humano por lo general lo tiene mal para obtener su dosis de jabón social.
Por eso, adopta una actitud:
1. Lo añadido.
-Se añade objetos caros, vistosos, bonitos. Ropa, complementos, utensilios para comunicarse o trasladarse. Quien fabrica y vende todo esto potencia la cultura de "Tú vales porque tienes esto", y no la más lógica de "Tú vales porque eres quien lo inventó o quien lo fabricó". El humano es su ropa, sus zapatos, su teléfono, su coche y por esas cosas es juzgado. Si un humano vestido de Armani se queda dormido en un portal de una zona residencial, los demás humanos llaman a una ambulancia; si se queda moribundo por infarto vestido con harapos sucios y malolientes llaman a la policía.
- Cambia su aspecto atendiendo a lo que la cultura le dice que le va a proyectar mejor ante los demás: Se depila, se maquilla, alarga sus pestañas, se calza con alzas, se hidrata y desarruga la piel con productos químicos, se opera para alterar a conveniencia las formas de su cuerpo.
2. El humano en si.
Un humano vale más bello que feo, delgado que gordo, liso que arrugado, fuerte que enclenque, joven que viejo. Es de uso moral afirmar "El aspecto no importa", sobretodo si se tiene bueno, para adornarse con modestia artificial sí o no consciente, o si se tiene malo, para consolarse con ideas que en realidad el mismo humano no cree.
La belleza extrema es modo excelente de ganarse la vida y solución automática de la vida social, pues atraerá en cantidad, a escoger, parejas y amigos, incluso buenos y sinceros, a parte de virtuosos en otras facetas.
La fealdad extrema, obesidad, vejez, etc. es garantía de marginación social.
El humano adictodefinido arriba, pues, se comportará siguiendo las máximas dictadas por la cultura respecto al valor mayor o menor de los humanos: Más delgado, más joven, más atlético.
La cultura y la inteligencia no puntúan socialmente. Apenas.
3. La comunicación.
Un humano que quiera compensar su carencia de estima propia tratando de obtenerla de los demás deberá:
- Comunicación gestual. Paso enérgico en postura gallarda o pose estática de impresión soberbia. Buscan trasmitir dominio físico del entorno, seguridad y triunfo, como líder de cazadores y guerreros tras el éxito en la batida o la campaña, así vengan de arreglar la lavadora de casa o ganar a los dardos en la peña del bar.
-Volumen fónico: Alto y claro. Articulación fónica: Enérgica, tajante. Mecanismo adoptado para reclamar la atención en el entorno, camino que se supone único para alcanzar, supuestamente la admiración de los demás.
-Las ideas. Dogmáticas, irrebatibles. Una duda en cualquier criterio significa no tener el conocimiento absoluto, es decir reconocer inferioridad de conocimiento ante alguien que si lo tenga, en cuyo caso el humano afectado no es digno de admiración, pues alguien lo supera, y por tanto, le arrebata el reconocimiento social, su droga, de la que necesita dosis constante.
Teniendo en cuenta que esta búsqueda de aprobación ya se manifiesta en humanos recién nacidos y se constata la satisfacción de la interacción acto-reconocimiento con el sencillo experimento de agitar un sonajero sobre la cabeza de un bebé, concluyo que este artilugio maraquiniano es nocivo para la educación de los humanos.