NADIE
I
¿Quien viene a mendigar el aire?
Nadie.
Es mi oído, mi oído,
que me encierra con la intranquilidad.
¿Quién viene? Nadie. ¿Quién?
Maldito eco, retumba
de puerta en puerta anunciando y qué lejos,
exterior infranqueable
—aquí dentro
vedado está comer—.
Aquí dentro se escucha:
mi interior dislocarse,
girarse a la erupción.
Bondades se dirigen a morir.
II
Remembranza:
es breve el recorrido del temor
y es fácil
que el lugar de mi pecho tiemble; lloro
porque me pareció temblar de más.
15 DE AGOSTO
Los cuerpos, bajo el cénit del verano,
han dejado de trabajar.
Demora,
donde terminó el cultivo.
Pisa, lento, un animal que pide agua.
Oro empañado es el cielo en ferragosto,
un tapiz de nubespigas colinda con el Sol
y orla tu perfil como en moneda.
En el ecuador del día, de la isla:
un templo, una lágrima que arde.
Ella —sus doce estrellas propagadas— yace dormida,
flecha dispuesta a la altura:
única luz en la bóveda sin luz. Indica el sueño.
Después vendrá la buena hoguera.