Se puede decir de ella que diseñó ropa rompedora y saltó a la fama en la década de los 70 con trapitos andróginos de estilo Punk y New Wave. También que dirigió una boutique emblemática en King’s Road, Londres, con el productor británico de Sex Pistols, Malcom McLaren, un hombre carismático y polifacético que en mi casa ha hecho mucho ruido. También que fue una comprometidísima activista que participó en numerosas campañas de concienciación sobre el cambio climático o que apoyó abiertamente a Julian Assange. En el año 2015, condujo un tanque blanco hasta la casa del entonces primer ministro británico, David Cameron, en protesta por la decisión del Ejecutivo de extraer gas y petróleo del subsuelo de 27 localidades inglesas. También podríamos decir de ella que presionó, junto a otras diseñadoras punteras (como Stella McCartney) al gobierno inglés para prohibir la venta al por menor de pieles de animales. Dita Von Teese utilizó un icónico vestido morado de su firma cuando se casó con Marilyn Mason, ese señor tan raro, en el año 2005. También vistió a la entonces primera ministra Margaret Tatcher para la portada de la revista Tatler en 1989. Se podría decir todo eso y mucho más. Incluso que fue una artista total comprometida con su tiempo y que disfrutó de nadar a contracorriente sin dejar de ser fiel a sí misma.
El caso es que le señora Westwood murió el pasado 29 de diciembre a los 81 años en su casa de Clapham, al sur de Londres. Su esposo y socio creativo, Andreas Kronthaler, manifestó que echando la vista atrás, uno no puede sino pensar que vivirá por siempre en nuestros corazones. Las autoridades británicas y el mundo de la cultura han compartido públicamente mensajes en honor a la memoria de la artista. En lo que a mí respecta, sólo puedo añadir que me hubiera gustado ser ella. En todos los campos, en su momento cumbre, que también lo fue para la cultura y la música inglesa. Vivienne, has dejado huella, y eso es algo al alcance de muy pocos, que sólo aspiramos a un par de sollozos y nuestros cinco minutos del gloria.