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ISSN 1989-4163

NUMERO 119 - ENERO 2021

 

Al Anhelo de tus Dientes

Ramón Asquerino

«[…]el beso tímido de Melissa se puede predecir (de un modo incierto, como las primeras obras salidas de la imprenta)»: Lawrence Durrel:El cuarteto de Alejandría. Balthazar

 

«No sabrás si tus huesos,
en números rojos, al descubierto,
llegarán a fin de mes
y sin intereses de demora,
a la tierra estéril,
donde cae la lluvia Trilce de Vallejo.»

No sabrás si tus huesos

*

La madrugada aún parpadea tímida
cuando el oscuro frío del aire se arrodilla
declinante en los pasillos del hastío.
Por el suelo el ánimo los visillos descorre
despavorido, descerrajado, detrás de nadie,
de nada,como una soledumbre partida
en dos, atravesada de semáforos
y rotas miradas de ventanas en ámbar,
por azoteas aún con luna de geranios.
Hendido en dos discurre el misterio de tu boca.

Tus ojos sin interrupción manan,
pero no te miras,
y entre árboles sin nombre
y casi calladas sombras de calles,
los primeros dilúculos desembarcan
en la orilla de tu cintura
tan alicaídamente alicatados
porque todo se ha huido
—o quam longam noctem!—
tras el definitivo silencio de la sangre:
Para ver que todo se ha ido
¡amor inexpugnable, amor huido!
No, no me des tu hueco
¡que ya va por el aire el mío!

Besos tan inexpertos que hacen pensar
en los primeros trabajos de imprenta,
porque el beso tímido se puede predecir
de un modo incierto,
como un pecho entre titubeos,
como labios desesperados,
como las primeras palabras en salir del taller
de tu cuerpo denso.
Con las manos fluidas de letras,
de tipos diversos y pasos de plomo
—un inquieto y oculto deseo de plomo—,
del papel el olor eterno y sólido,
de aquellos ojos la tinta rasgada,
naces todo tan manantial, oscuros:
 Eres esa izada costumbre de las persianas
—el tragaluz ahíto de la noche—
tiritando en su esquina la antigua ausencia:
O quam longam noctem!

Un fuego de obsidiana apaga los espejos
donde te compadeces de ti mismo,
recitando tus versículos de arrugados olores,
de miradas bajas, como humildes cuchicheos,
en tanto que el sueño, pesadillas de piedra,
de rosa y azucena, dibuja rotas miradas de ventanas,
desesperadas por su cielo.

Así y todo, pretendes
encoger la tarde en la penumbra,
acariciar sus muslos sobrecogidos,
encender la luz del tacto,
la agazapada paz del pelo,
la soledad de un cine de sesión continua,
cegado por el deseo,
el contagioso olor de su cuello,
membrillo fijo en el hambre de tu boca,
al anhelo de tus dientes
tras la operación retorno hasta la larga noche:
Para ver que todo se ha ido.

…Y Nuestra casa en el fin del mundo.
                                                                               
*

Para ver que todo se ha ido
¡amor inexpugnable, amor huido!
No, no me des tu hueco
¡que ya va por el aire el mío!  «Nocturno del hueco»
Federico García Lorca

«Besos tan inexpertos que hacen pensar en los primeros trabajos de imprenta»: Lawrence Durrel: El cuarteto de Alejandría. Justine.

«[…] encoger la tarde en la penumbra y la soledad de un cine de sesión continua»:Nuestra casa en el fin del mundo
Óscar Hijuelos

 

 

 

 


 

 

Al anhelo de tus dientes 

 

 

 
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