y un día de setiembre orinó bajo un árbol
y era llena de gracia como santa maría
Juan Gelman
Ya nada está escrito
Nidiviney cae de la ramacon los senos góticos
Salta y se quiebra
Brota la espesa sangre y sus manos
quietecitas y sin manchas
Los aullidos y la planicie hechas de cobre
suben de tono hasta confundirse con sus ojos quietos
Ella está quieta al horizonte
y la noche enrojecida por el fruto del árbol que se ha roto
Nidiviney cae de la rama
y de pronto la vida
como una flor de arena en la paredse instala
Cae de la ramaarmada como el trueno
mantiene la distancia entre el caer
y ser la tierra
la punta del pie señalando el círculo
Es todas las mujeres y la cuerda ajustada al cuello
Y ahí está colgada con sus quince años en ciernes
detenida y con la mirada quieta
Sentado en la cama le miro el nudo corredizo
la tráquea rota
y mis ojos como murciélagos giran sobre su carne
Es la vida un árbol y cada uno de nosotros aquella frágil rama
Nidiviney ha caído completita y con las piernas estiradas
como dos pilares lustrosos relucientes a juventud
a deseo inacabado y estoy
mirando el péndulo en que se transforma
Ella quiere tocar el piso con la punta de sus pies
y no lo logra
en el suelo las sandalias le vigilan la huella
Sea el sol
ese relicario en que sobrevivimos
Caerse no es el doblez perfecto para la otra vida
ni la vida es perfecta para dejarse suspender de una soga
atada al ventilador de techo
Sea el sol de tus labios
la perfecta marca de la despedida
azules labios los tuyos sembrados en el aire
los hombros hacia abajo y este vacío
Hubo una flor volando
y el sonido de la traquea inundándolo todo
Nidiviney cae de la rama
y el silencio me golpea el pecho
una golondrina se estrella en la ventana
el dedo de un roble rasca las paredes
mujer dime con cuánta sombra puedes
Loss muslos de niebla naciéndote en los ojos
y tú contemplándome
o soy quien te contempla sangrando al horizonte
Nidiviney cae de la rama
porque nada pudo hacer sino caerse siempre
como esta carretera
y este pulmón en que nos hemos retirado
a veces la noche
Nidiviney cae desnudita como ha debido estarlo cada siglo
cayendo en cada rostro
larga de ayunos tatuada de angustias
y de angulosos pómulos que demacraban su sonrisa
Has caído pequeña y tu voz es la serpiente en el reclamo
Y yo sigo esperándote
Ha sido tu cuerpo
el espejo preferido dentro de la sábana
en que mirábamos la noche
como el pozo abierto de nuestra memoria
Somos el simulacro de dios al caminar sobre las flores
debajo de las fuentes Somos las ramas quebradas
que han caído con tu nombre
y nos vamos hastiando
Perfectos Hipnóticos mirándote las uñas de plata
Las manos extendidas hacia el cielo