Había llegado por fin el momento de encontrarse con el ser que más ansiaba conocer. Había tantas cosas que les acercaban que más de una vez pensó que eran almas gemelas, hombres nacidos en distintas partes del planeta pero condenados a encontrarse y entenderse. Los puntos de convergencia se le antojaban tantos que le apabullaban, aunque las trayectorias hubieran corrido por caminos diferentes. Uno en la cumbre del éxito y el reconocimiento social y otro en la espiral del fracaso y la desolación personal.
Ambos habían perdido tempranamente a sus madres. Paul David Hewson, Bono, a los 14 años, en plena adolescencia. Llegó a decir: “Volvimos a casa después del entierro y surgió un vacío, un caos y me sentí solo. Perdí la confianza y me convertí en un verdadero rebelde”. Un año más tarde, Larry Mullen, colocó una nota en el tablón de anuncios de la escuela Mount Temple de Dublín, a la que se unieron Adam Clayton, los hermanos The Edge y Dick y Bono. Estaba naciendo su mítica banda de rock: U2. Luis no se hizo músico aunque amaba la música frenética y compulsivamente y entre ellos a su grupo irlandés y a su líder: Bono.
Él, Luis Guillén Rodríguez, también perdía demasiado pronto a su madre. Pocos años más tarde, iniciada la veintena y sentía las mismas y terribles sensaciones de vacío, caos, dolor y rabia. Nadie que no haya perdido demasiado pronto a la autora de sus días puede saber lo que alguien puede sentir cuando sucede este zarpazo sentimental terrible. Un sentimiento de orfandad sin fondo ante el mundo y unas ganas sublimes de encolerizarse contra Dios porque no entiendes por qué ocurre. Rabia ante el sentimiento de injusticia. Esta misma rabia creía Luis que la habría vivido Bono pero su ídolo la había transformado en paz. Paz para combatir la desigualdad y la injusticia en el mundo. Paz que le había llevado a visitar a los principales dirigentes del planeta e invitarles a la condonación de la deuda del llamado Tercer Mundo. Paz que le impulsó en el 2000 a fundar DATA (Deuda-Sida-Comercio-África) con el objetivo de crear un África igualitaria, digna e independiente con la abolición de la deuda, la prevención del sida y el desarrollo de un comercio más justo. Paz que le animó a trabajar como voluntario en Etiopía, junto a su mujer, sin anunciárselo a nadie. Paz que le brindó la posibilidad de entrevistarse con las figuras de su momento como Nelson Mandela en el 2003 en su lucha contra el sida y hablar con el papa Juan Pablo II, el Grande, en 1999, en las postrimerías del siglo XX, a quien informó del megaconcierto a favor de la cancelación de la deuda a los países más pobres. Y el Grande se puso las gafas negras que protegían los sensibles ojos del roquero Bono.
Luis no había hecho nada especialmente importante en su vida. Dejó pronto los estudios y comenzó a trabajar como un cabrón para ganarse la vida. Se independizó pronto y su carácter difícil le llevó a perder el amor de muchos que tenía a su lado para seguir la solitaria senda de la autenticidad y la independencia. Este genio imposible le hizo enfrentarse repetidas veces a su padre, un hombre duro y difícil como él. De nuevo su historia volvía a parecerse a la de su único espejo: Bono.
Esta forma de ser, agria y esteparia, le hizo perder a su gran amor. La mujer con quien tenía que haber cumplido sus sueños y dejó escapar. Una historia con final amargo que le partió en mil fragmentos el corazón. Aún lo estaba reconstruyendo pero ya dudaba que los sucesivos pegamentos de amantes y encuentros fortuitos le proporcionaran la paz y la felicidad sentimental añorada.
Con su grupo de referencia había recorrido la adolescencia, la primera juventud y los preludios de la madurez. Desde 1979 cuando Luis logró una copia del sencillo “11 O´clock Tick Tock” hasta su último trabajo: “How to dismantle an atomic bomb”. Una vida entera se había desplegado entre estos dos hitos. Sin embargo a Luis, que se sentía un fanático de su U2, le corroía un vacío bestial. Nunca los había visto actuar en directo en un concierto y quería ver cumplido al fin su deseo el 7 de agosto de 2005 en Barcelona. Había tomado una decisión irrevocable: iría en peregrinación hasta la Ciudad Condal a disfrutar como un demente de su grupo de rock predilecto y cuando el profeta Bono estuviese cantando “Until the end of the world” se pegaría un tiro para acabar de una vez por todas con su vida miserable. Nadie lloraría por él. Nadie le recordaría en este mundo indiferente. Él estaba cansado de luchar y sufrir en una hélice de dolor y desesperanza continua. Su único alimento era la música y a ella se afanaba con pasión de devoto. Igual que Bono, Luis pensaba que el rock podía cambiar el mundo. Transformar los corazones y las mentes de tantos jóvenes que veían en la música la única religión posible, la única forma de unir a hombres y mujeres de distintos continentes, países, razas y credos en una comunidad sin fronteras ni divisiones territoriales. Todos contra la injusticia en el mundo. Todos unidos por el amor y la pasión por la música. Todos en íntima fusión con U2 y Bono.
Muchísimo había sentido él no disfrutar de su grupo en giras mundiales que años antes habían ofrecido a sus seguidores en Oviedo y Madrid con el mayor espectáculo de rock del mundo (Zooropa- julio 1993) y la música eléctrica y el trip-hop del tour Pop, que a él como a tantos adeptos, le decepcionó. Imposible olvidar su álbum The Joshua Tree con sus himnos “Where the streets have no name”, “With or without you” y “I still haven´t found what I´m looking for”, aunque Luis no olvidaba la cara B con temas no tan desgastados como “Exit” y “Trip through your wires”. Luis recordaba y añoraba cómo surgía la marabunta de las clases medias y altas reducidas por el sonido épico de U2 y las camisetas con las caras de Bono y el sombrero de The Edge por todas partes. Aquellos fueron buenos tiempos en las creaciones musicales y en sus vivencias personales. Con su mujer y el incierto viaje al pájaro de la felicidad que voló tiempo después. Por fin vería cumplido su sueño de ver a U2 y a Bono y luego acabaría con tantas pesadillas para emprender el vuelo eterno hacia un destino desconocido.
En su ciudad, una fría y desabrida noche de invierno, meses antes de celebrarse el concierto en Barcelona, se aprestó a tomar posiciones, coger sitio y aguardar horas y horas en cola para conseguir el pasaporte a la contemplación de su grupo escogido. Esta oportunidad ansiada no se le escaparía. Así fue, después de largar horas a la fresca, compartiendo cartas, cervezas, sonrisas y sueños con compatriotas udosianos, se hizo con las deseadas entradas. Compró cuatro. Revendió tres para costearse el viaje a tierras catalanas.
Y llegó la cita. El momento más esperado en tanto tiempo. El Camp Nou rugía. Con capacidad para más de 80.000 devotos estaba a punto de reventar. Luis había aguantado como otros muchos correligionarios horas y horas de espera antes de entrar al estadio. Incluso así, cuando abrieron las puertas no pudo colocarse en las mejores posiciones pues la marabunta de seguidores le empujaron y fueron más rápidos que él. Pudo situarse en mitad del campo, a una razonable distancia visual del escenario en forma de círculo. El esfuerzo y la espera habían valido la pena. Ya estaba dentro del templo. En breve comenzaría el concierto y su magna ilusión se vería cumplida. El profeta Bono con sus gafas impenetrables confesó cierta vez: “ El viaje espiritual, la fe, es lo importante de U2”. Este era el concepto de espectáculo para los irlandeses. Un viaje espiritual al interior de uno mismo, a su ser religioso, humano, a su yo profundo, incontaminado por la impudicia del exterior. “Para mí, el rock es algo espiritual.Vivimos en un mundo extremadamente agitado, con una falta de vida espiritual tremenda. Siempre he sido muy meditativo y yo siento que la música es como un sacramento que habla de cosas magníficas”. La música de U2 y su profeta habla de amor y comunión entre los hombres, de paz y búsqueda interior, de respeto y tolerancia, de lucha activa contra la injusticia y las desigualdades sociales y humanas. “Love, Peace or Else”. Bono, su profeta, ha citado más de una vez las escrituras con la maestría de un teólogo y la Biblia es su libro de cabecera. “Siempre sentí una relación con Dios, desde el silencio. El instinto religioso es algo innato, como el instinto del jugador y debe ser elemental en la vida de la gente”.
Luis, en cambio, tenía dudas sobre el sentido religioso de la vida y la trascendencia. Quizás y sin quizás, los golpes que le había deparado el destino, le habían convertido en un ser escéptico y descreído. La vida era lucha y él enseñaba las uñas y las garras cuando era necesario…y sin serlo también. Podría llamarse un agnóstico práctico. Sentía no llegar al punto de fusión total con su ídolo pero esperaba que en este concierto las cosas cambiaran definitivamente antes de volar hacia la región desconocida de donde nadie había vuelto. Bono le regalaba con su música y sus letras algunas claves para el viaje en paz y sin temor.
Se encienden las luces. Claman los devotos. La temperatura vital del templo sube muchos enteros. Sale The Edge con su gorro de estibador nocturno, su perilla y su rostro indescifrable y rasguea los primeros acordes con su guitarra eléctrica. El concierto interior de su grupo comienza y surge como un enviado su profeta. Bono canta “Beautiful Day”.
The heart is a bloom, shorts up through the store ground (el corazón florece, rebrota por encima de un campo pedregoso)
It´s a beautiful day. Don´t let it away
(Es un hermoso día. No dejes que se marche)
Brotan al unísono el bajo de Adam Clayton, la batería de Larry Muller, el guitarreo total de The Edge, la oración de Bono. Luis ya es feliz. Se siente entre las nubes. La hora ha llegado y su máximo deseo se ha cumplido. Bono despliega su salmodia sobre el escenario y eleva sus cánticos con una fuerza y elegancia en la voz y el gesto que conmueven a Luis y a los incondicionales de la banda. Bono se está dejando la garganta y el alma (the soul) sobre el catafalco circular para conquistar para siempre jamás a la mar de enfervorizados seguidores. ¿Qué sentirá Bono mientras canta y Adam Clayton sonríe y Larry Muller machaca la batería? Sonríe tras sus opacas lentes. Es feliz. Se siente dichoso. Está liberando su alma (the soul) en comunión total con sus amados hijos. Se está dejando el corazón en cada nota, en cada frase, con cada melodía. Luis lo siente y se fusiona con su profeta. Empieza a bailar rítmica, acompasada, frenéticamente. No le importa pisar, empujar o golpear a nadie y viceversa, con el contoneo compulsivo de sus movimientos. Está sintonizando con su líder y es lo único que importa. Baila y se mueve dichoso. En ese momento, Bono canta “Sometimes you can´t make it for your own”.
Tough, you think you´ve got the stuff
You´re telling me and anyone
You´re hard enough
(Conmueve que tú creas que eres la roca, me cuentas que eres lo suficientemente duro). Luis no puede aguantar más y mientras su cuerpo perlado de sudor se mueve, llora con lágrimas como ríos-mar. Llora como un hombre que ama y odia.
La relación con su padre siempre había sido de amor-odio. Un padre que no estuvo ahí cuando más lo necesitó tras la ausencia vital de su madre. Un adolescente que se sintió vacío y roto, como un niño a quien nadie escucha en mitad de la noche amenazante y desolada. Un padre que le obligó a hacerse duro porque “la vida es puñeteramente jodida y el mundo no es de los cobardes”. Un padre que no fue amigo, sino autoridad y mando. Un hijo que creció en el desamparo y el rencor hacia su progenitor. Un hijo que comprendió tarde que su padre fue así porque él no sabía ser de otra manera, porque no conocía otra forma de educarle.
We fight all the time
You and I...that´s alright
We´re the same soul
I don´t need...I don´t need to hear yor say
That if we weren´t so alike
(Luchamos todo el tiempo, tú y yo tenemos la misma alma. No necesito decirte que somos de la misma manera). Así eran Luis y su padre. La misma madera. Granítica por fuera, blanda por dentro. Ambos habían reventado de tantos dolores al corazón. Luis pensó en lo que Bono había dicho de su padre. “De adolescente yo no era fácil. Al no estar mi madre, tenía que pelear él solo con sus dos hijos. Era muy duro conmigo y había una gran tensión entre nosotros. Nunca hablábamos de verdad y no mostraba su afecto; era el típico macho irlandés. Nos advertía que no soñáramos con grandes ideas. El solo hecho de oírle me apremió a convertirme en un magnánimo fantasioso”. Bono cumplió sus sueños y a los 45 años él era padre de cuatro hijos pero Luis estaba solo en el mundo. Sin padres, sin amor. No había creado una familia y la sombra de la cuarentena rondaba su aliento con el fantasma de la soledad perpetua. Cesa la oración al padre y el profeta entona las primeras frases de “With or without you”
See the stone set in your eyes
See the thorn twist in your side
I wait for you
(Mira la piedra fija en tus ojos, observa la espina que gira a tu lado. Yo te espero). Luis con su cuerpo hecho sudor, entona cada frase como un canto desgarrado. Un salmo de amor y dolor por la persona amada y perdida. Redoblan las lágrimas como un auténtico manantial de la pérdida al tiempo que su ser físico se contonea al borde del colapso y la felicidad de la unión mística con el apóstol de la paz y la concordia musical. Mientras Bono susurra “with or without you” recuerda a su gran amor perdido estúpidamente. Confundió los sentimientos con la fidelidad y así le fue. Traicionó a Ángela por otra y perdió a las dos. El deseo disfrazado de sensualidad le engañó maquiavélicamente y dejó escapar a la mujer más amada, después de su madre.
Through the storm we reach the shore
You give it all but I want more
And I´m waiting for you
(A través de la tormenta alcanzamos la orilla. Tú lo das todo pero yo quiero más. Te estoy esperando). Ella lo dio todo: su amor, su fidelidad, su confianza, su sonrisa, besos y palabras hermosas al oído y él le falló. No fue capaz de serle fiel y se sintió indigno de ella. Desde aquel día que consumó su infidelidad siempre pensó que sería incapaz de entregarse por completo a otra mujer pues no sabía si sería capaz de guardarle fidelidad. Él prefería el valor de la confianza pero intuía que las mujeres exigían fidelidad. Fidelidad al amor que ella le profesaba, fidelidad en la confianza que él no le fallaría, fidelidad a una relación con un futuro y un proyecto común. Su corazón era un músculo que necesitaba acción, desgajado desde su marcha hacía más de un lustro y sumido en las sombras de la duda. ¿Era Luis un hombre destinado a la fidelidad o por el contrario un ser genital que volaba de labios a párpados y de párpados a senos y de senos a umbrías sin descanso, como un eterno amante insatisfecho? ¿Era lo que buscaba para su vida, el movimiento continuo y no arribar a un lago de aguas tranquilas?
With or without
With or without
I can´t live
With or without you
(Con o sin ti, no puedo vivir con o sin ti). Luis redobló el llanto mientras bailaba frenéticamente. Su cuerpo era un ecce homo sudoroso sin camiseta. La pequeña pistola en el bolsillo del pantalón. Sonaban los primeros compases de “Until the end of the world”.
Haven´t seen you in quite a whole
(No te he visto en bastante tiempo)
Every body having a good time except you
You were talking about the end of the world
En efecto, todo el mundo tiene un momento especial en su vida, excepto tú, Luis. A ti se te han acabado todos. Los amores, los afectos, los besos verdaderos, las palabras buenas y vas a acabar con tu puta vida. Hablabas del fin del mundo pues el mundo se acaba con tu marcha. Cuando desaparezca tu conciencia, el universo se habrá ido y tú con él. El guitarreo bestial de The Edge te suena como las trompetas de Jericó anunciando el Juicio Final. Tu hora se consuma y estás presto para la partida. Aferras con unción de despedida el pestillo del gatillo.
In my dream I was drowning my sorrows
But my sorrows they learnd to swim
Surrounding me, going down on me
(En mi sueño estaba ahogando mis penas, pero mis penas aprendieron a nadir, susurrándome que iba hacia abajo).
Hacia abajo, hacia abajo …irás en nada, Luis. Tu destino te lo has marcado tú y se está agotando. Tu mano busca la pistola, miras por última vez a Bono mientras se deja el alma (the soul) en el escenario. Le dedicas un beso con los dedos manchados, le estás diciendo adiós.
-Me alucina como bailas, tío. Eres impresionante. No he visto nunca nadie moverse como tú. Llevo un buen rato fijándome en ti. Seguro que eres muy apasionado y misterioso. Seguro que necesitas amor como yo. Te he visto llorar…Bésame, bésame, bésame como nunca has besado. Como nunca te besarán. Bésame hasta que te siento todo dentro de mí.
Bésala, Luis, bésala. La vida, esa puta que se acuesta con todos, te está dando otra oportunidad y este tren no se te puede escapar. Es el tranvía de tu vida, el rápido de tu resurrección.
-Soy Marta. De aquí, de Barcelona. Yo también amo a Bono, como tú. Su música es alucinante.
Sus labios queman y su lengua indaga en tu garganta. Te está quitando los pantalones, te olvidas de la pistola. Quedas en slips, ahora tu sexo al aire. Estás desnudo y ella se desnuda. Os tumbáis en la hierba. Ella encima de ti, tú bajo ella. Te entrega su sexo. Tú lo recibes. No importan los murmullos. Dan igual los bisbiseos, las miradas lascivas. Suena “One” y tú estas vivo. El pájaro de la felicidad vuelve a visitar tu casa. Lloras y haces el amor con Marta. No lo sabes bien pero su amor te salvará. Bono canta:
Un amor, una vida
Cuando es lo que necesitas en la noche
Un amor
Tenemos que compartirlo
Tú dices
El amor es un templo
El amor es la ley más superior
Una sola vida
Tenemos que
Cuidarnos el uno al otro
Cuidarnos el uno al otro
Lloras y ríes. Marta ríe y te besa frenética, desesperadamente en tus labios. Bono sonríe y bendice vuestra unión. La vida te ha regalado otra oportunidad. No la desperdicies. Tu sueño y tu puerto se llama Marta y no U2. Estabas equivocado.
Del libro "Sueños de nadie"