Seguro que muchos de ustedes han oído hablar del ciclo de la vida, yo tengo mi propia versión. Es algo así como que todo aquello que se cruzó en nuestras vidas, que abandonamos por alguna razón u otra, o aquello que fotografiamos, dijimos, o escribimos, finalmente, retorna.
Dedicatoria de Concha Lagos a Eduarda Moro
en el poemario Luna de enero, 1960
(Fotografía Estel Julià, 2016)
Ayer ordenando la correspondencia electrónica, como suelo hacer todos los finales de diciembre, me encontré una serie de recuerdos que bien pudieran ser los mismos que atesoraba Concha Lagos en aquel poemario, Luna de enero, publicado en1960. Decía José Hierro en su prólogo,
Concha Lagos es andaluza, de Córdoba. De ahí su acento grave y sentencioso, presente constantemente en su obra, bien se incline ésta del lado de la copla, bien del lado del poeta de más compleja arquitectura. Y cierto fatalismo de raza 'que todo lo ganaron y todo lo perdieron', cuya 'voluntad se muerto una noche de luna' (Hierro, 1960: 10).
Pero haciendo apología del vaivén de las palabras, unas páginas más adelante, Concha, titularía el primer poema, certeramente: "Todo el camino ya es circunferencia" (Lagos, 1960: 17). Pareciera que Concha sabía que la víspera del primero de año de 2017 iba yo a estar releyéndola como si hubiera descubierto "un manojo de llaves / para imposibles cerraduras".
Y es que esto de la circularidad es algo así como aquella vieja fotografía que apareció en aquella revista de posguerra, Cuadernos de Ágora, que dirigió la propia Concha que iniciaba su andadura como editora en 1956, y que a lo largo de ocho años deleitó a los poetas de posguerra con aquellos números en los que, además de poesía, relato, traducciones, crítica literaria y teatral aparecían aquellas fotografías (nacidas, muchas de ellas del ojo "a punto" de los Lagos) de aquellos que pasarían a la historia de la Literatura.
Aquellos, primer y último, números de la revista cumplirían la "ley del retorno" al reproducir una misma fotografía, la del escritor Miguel de Unamuno, sentado, que observaba un perro San Bernardo, el cual parecía ser el protagonista de la imagen. Junto al retrato, uno de sus poemas manuscritos.
Fotografía de Miguel de Unamuno, 1930
(Foto J. Montes, Torrelavega)
Pareciera que aquella imagen, quiso dejarla Concha en Cuadernos de Ágora como testimonio de, un principio y un final, de una andadura que discurrió como diría en mi otra lengua "entrebancs" (tropiezos, estorbos, dificultades, obstáculos). Y al llamar a aquellos correos que mencionaba en el encabezamiento, tomo el préstamo de unos versos de Lagos, pareciera que "Inútilmente en los bolsillos busco / contactos que ya fueron..." (Lagos, 1960: 33). En ese movimiento de ida y vuelca en el que en ocasiones me pregunto, "¿Dónde ya la fui?" (Lagos, 1960: 33).
Pero volviendo a aquellos años de 1956 y 1964, además de ilustrar la imagen del desterrado rector vasco las páginas centrales de Cuadernos de Ágora, el poema que la acompañaba era, "Augenweide", decía así:
Pasto de los ojos; canto
del Sol sobre el verde; nido
seguro de apego santo;
fresco rincón escondido
donde la cuita se acuesta
a dormir; primer empeño
de mocedad: la gran fiesta
de desnudar al ensueño.
“Augenweide”, poema manuscrito de Miguel de Unamuno
aparecido en Cuadernos de Ágora, números 1-2 (1956) y 85-93 (1964)
Este poema, fechado el 7 de julio de 1930, Unamuno lo escribió inspirado en aquel deleite para los ojos que era la finca, situada en Tanos (Torrelavega, Cantabria), perteneciente a su gran amigo, el doctor Bernardo Velarde. Allí, procedente de París, pasó unos días de septiembre de 1930, el viejo rector desterrado donde fue fotografiado junto a Barry, el perro; aquel perro que observaba que, por cierto, no era su perro, sino el de Velarde.
La gran fiesta de desnudar al ensueño
Pero no es de Barry, de quien quiero hablar, sino de los versos de Unamuno, y el motivo de su llegada a Torrelavega. Se trató de un acto de "afirmación política", en el que el escritor habló de su papel desde su destierro en Fuerteventura. Organizado por la Agrupación Republicana, llegados desde Gijón, Irún, y otros lugares, en su apoyo acudieron, Luis Recasens, Eduardo Ortega y Gasset, Álvaro de Albornoz y Victoria Kent, entre otros (Robles, 1989: 113). Tras aquel acto, el 17 de mayo de 1931, Unamuno escribiría al Dr. Velarde recordando aquella estancia, y al hilo del ambiente político que se respiraba, recordaría sus palabras de tiempo atrás:
Recordaré siempre que en Hendaya me dijo Vd. que la solución estaba en la juventud que votaría por primera vez, y que el Borbón no tendría otra manera para salir del paso, que marcharse. iQué claro lo vio Vd.!" (Citado en Robles, 1989: 115).
Pero estas líneas en las que Unamuno ponía en el énfasis en el voto de los jóvenes, como solución a los problemas políticos, años más tarde se verían alentadas, aunque con matices, por el gran Juan Ramón Jiménez, que en las páginas de su diario correspondientes a 1943-44, (Guerra en España (1936-1953)), escribiría:
Una monarquía española es ahora una hipocresía incubada por la gran hipócrita Inglaterra para su conveniencia particular; es necesario estar muerto en vida para no comprender que asistimos al comienzo de una nueva época del mundo y que las monarquías no son de esta época” y continuaba más adelante, “para mí, la solución mejor de España sería un gobierno democrático formado por hombres más jóvenes con la suficiente experiencia de la guerra, que para mí significa un siglo por lo menos concentrado en unos cuantos años” (Jiménez, 1985: 55).
A la luz de estas dos citas, es posible intuir que los problemas, lejos de mejorar, no solo regresaban sino que habían caído en una especie de estancamiento irremediable. Y no hablemos, cuando algunos decenios después, Gerardo Diego, el 8 de marzo de 1965, remató la faena en el Club Urbis de Madrid, en un ciclo de conferencias dedicado a la Generación del 98. Una reseña aparecida en el diario ABC, en la edición del día siguiente, dejaba constancia de sus palabras: "ante el desastre, los poetas sintieron amargura, si bien muchos labios permanecieron cerrados" (p. 55).
Fue revelador, el calificativo que utilizó el discípulo para referirse a su maestro, Unamuno, "el gran poeta de la España moribunda” calificativo que nos remite de nuevo al pasado, cuando Ortega y Gasset irrumpía en la esfera pública el 23 de marzo 1914 con una conferencia en el Teatro de la Comedia de Madrid, en el que ponía de manifiesto la dualidad en la que se veía sumido el país, por un lado, "La España oficial", representada por "el inmenso esqueleto de un organismo evaporado, desvanecido, que queda en pie por el equilibrio material de su mole, como dicen que después de muertos continúan en pie los elefantes"; y "La España vital" que era la que debía constituirse como impulsora de los cambios.
José Ortega y Gasset en 1914
Foto Alfonso. Fundación José Ortega y Gasset, Madrid
Pero en este ir y venir de la memoria, todo se mantiene en su cauce cíclico, de aquel 1914, se cumpliría un siglo en 2014, y con ello la oportunidad de recuperar aquellas Meditaciones del Quijote, que el joven Ortega editaría de la mano de Juan Ramón Jiménez y que el momento editorial propició que se materializaran en una coedición entre Alianza Editorial, la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón, y la Residencia de Estudiantes, hoy ya totalmente agotada.
Pero vuelvo al inicio, al presente, a la relectura de Luna de enero, lo cierto, es que hoy, a muchos nos pesa la sensación de que hoy, es como ayer, parecemos sumidos en una historia que nos trae recurrentemente ciertas imágenes, palabras, actuaciones… y con ellas esperanzas, anhelos, zozobras… resulta algo difícil de explicar, como bien lo dijo aquel 1960, Concha, "¿Qué letra escribiré que todo explique?" (Lagos, 1960: 41), para después sentenciarme: "Se te abrirán los libros por páginas de entonces" (Lagos, 1960: 51). Honestamente pienso que no solo a mí se me han abierto hoy las páginas,seguramente mañana, uno de enero, se les abrirán a otros para los que mi nombre figura ya en el pozo de la memoria, aunque ante la evidencia de todo lo escrito, estoy segura de que siempre habrá matices.
El hoy, como el ayer, aunque con matices
Bernardo Velarde en 1930, a la puerta de su finca
(Foto J. Montes, Torrelavega).
A propósito de los matices, regreso a aquel lugar de la fotografía de Unamuno, la fotografía original se halla el magnífico repositorio documental de la Universidad de Salamanca, pero esta, no fue realizada como era de esperar por los Lagos, sino por J. Montes, fotógrafo de Torrelavega. Añadiré también que la finca del Dr. Velarde se llamaba "Villa Inocencia", y que la fotografía que figura en el citado repositorio, que fue tomada a la entrada de la villa, donde había una inscripción en una piedra, que decía: “En esta vista de “Tanos” donde se estuvo madurando recién hecho, el poema Teresa, de Unamuno IX-30”, y no, "Aquí recitó Unamuno 'la Vaca cega' de Maragall" que, según Gregorio Morán, posiblemente fuera otra inscripción, que se hallaba según noticia de un artículo de Luis Landínez, en uno de los bancos de la finca.
Como verán, el círculo de los acontecimientos, recuerdos, y la memoria, nos devuelve las citas, las imágenes, o las palabras, con matices de procedencia, como metáforas del hoy en boca del ayer. Y así, ya un poco aturdida entre tanto vaivén cierro las páginas de Luna de enero, que, curiosamente tiene como colofón la siguiente cita:
Este libro, compuesto a mano en la 'Tipografía Arcobricense', de Arcos de la frontera, se terminó de imprimir el día 1º. de enero de 1960, festividad de la circuncisión del señor, Deo Gratias" (S.A. 1960; 57).
¡Oh luna, luna de enero, que iluminas con tu guadaña las hojas del pasado, la memoria de un presente, y el destino de un mañana en el que todo se repite, quien sabrá, con qué matices! Mañana será uno de enero, algo así, presagian las formas de algunas letras de la dedicatoria que estampó Concha en aquel magnífico poemario, y que estuvo dedicada a Eduarda Moro, pero de ella, de Eduarda, ya habrá tiempo de hablar más adelante, o tal vez, con matices, hablen otros.
Bibliografía
LANDÍNEZ, Luis, “Rutas y gentes. Unamuno en Torrelavega”, La -Gaceta Regional, (Salamanca), 14-IX-1951.
LAGOS, Concha; HIERRO, José (pról) (1960): Luna de enero, col. Alcaraván, Arcos de la Frontera: Imprenta Arcobricense.
JIMÉNEZ, Juan Ramón (1985): Guerra en España (1936-1953), Barcelona: Seix Barral.
MORÁN, Gregorio, "Confidencias de verano",La Vanguardia (Barcelona), 03/IX/2011.
ORTEGA Y GASSET, José (1914): “Vieja y nueva política” (conferencia dada por don José Ortega y Gasset en el teatro de la Comedia el 23 de marzo de 1914, Madrid: Renacimiento.
ORTGA Y GASSET, José (2014): Meditaciones del Quijote (Edición conmemorativa del centenario : 1914-2014), Madrid: Alianza Editorial : Fundacio´n Jose´ Ortega y Gasset-Gregorio Maran~o´n/ Fundacio´n Residencia de Estudiantes.
ROBLES, Carcedo (1989): "Miguel de Unamuno y Gerardo Diego (correspondencia)", Ensayos: Revista de la Facultad de Educación de Albacete, Nº. 3, 109-136.
S.A., “Vida Cultural”, ABC (Madrid), 10/03/1965, 55-57.
VV. AA. (1956): Cuadernos de Ágora (Madrid), 1-2 (noviembre-diciembre).
VV. AA. (1964): Cuadernos de Ágora (Madrid), 85-93 (noviembre-julio).
Fuentes iconográficas
Dedicatoria de Concha Lagos a Eduarda Moroen el poemario Luna de enero, 1960(Fotografía Estel Julià, 2016).
Fotografía de Miguel de Unamuno, 1930(Foto J. Montes, Torrelavega).
Repositorio documental GREDOS (ref. CMU-94/621). http://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/79064/1/CMU-94-Foto621%20B.jpg
José Ortega y Gasset en 1914.(Foto Alfonso. Fundación José Ortega y Gasset, Madrid). http://www.abelmartin.com/guia/img/p_ortega.html
Bernardo Velarde en 1930, a la puerta de su finca. (Foto J. Montes, Torrelavega).
Repositorio documental GREDOS (ref. CMU-93/532). http://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/78959/1/CMU-93-Foto532.jpg