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ISSN 1989-4163

NUMERO 59 - ENERO 2015

Tu Cuerpo Mojado de Cenizas sin Remite

Ramón Asquerino

 

(A mis dos Marías Dolores, para el 10 de enero de 2015)

Me perderé por el dédalo de las calles buscando la sombra de usted: Los paseos de circunvalación , Patrick Modiano

 

Hoy estás tan cansada

que ya ni puedes mirarte a ti misma,

mientras te está lloviendo a pena máxima

un lento domingo por la tarde, noche

donde no se oye ni un paraguas en la ventana,

y el silencio húmedo responde

al miedo empapado en ausencias,

párpados tiritando de ceniza

tan verdes como ya caídos de maduros,

oscuros, inseguras de ellas mismas,

lejanos en la plaza de la fuente.

La tibia luz de cierros y casapuertas

derrota de la memoria es la imagen

cuando hoy han entrado los membrillos

muy despacio en la plaza a oscuras.

Y lloverá allí, como con un amarillo silencio.

 

Lloverá sobre tu cuerpo mojado,

minado de tantos años a la intemperie

por las noches, sin más sábanas que tus brazos,

dolido laurel de tierra y piedra,

que huelen a tarde y jaras de madreselvas.

Tu pobre cuerpo mojado de cenizas escondidas,

reto de alimañas en un rastro

nemoroso donde no podrán descansar las palabras

más que en el aljibe de la lluvia de tanto llorar.

 

--Me perderé por el dédalo de calles buscando vuestras sombras--.

 

La oscuridad más intensa de tus ojos

es el oído donde se afana mi voz

para deletrearte los últimos sueños

que te intentan buscar, paladares sin miedos,

hasta la esquina misma de tu butaca verde donde se rompían

las olas de la espera, y desde cuyo brazo abrazabas la noche

de aquellos ojos míos de mil novecientos sesenta,

sentada en la tarde que coloreaba de oscuro café

la sensatez en punto de tu boca, echando humo,

por una tacita de espeso cristal, en cuyo poso podías

leer las novedades del silencio y la mano transparente

de la tarde reptando a cuestas con su ocaso.

Respiraban los relojes, lubricanes ávidos,

su cuenta de pulsos y yerbabuena,

el piano descansaba, yertas las yemas de los ojos,

un suspiro de libros atardecía, abierto hasta las páginas,

y los secretos de las cartas jugaban debajo de la mesilla

de mis dos Dolores su labor de ganchillo y besos.

 

Tu cuerpo mojado de cenizas escondidas

y sin remite.

 

 

 

 

 

Tu cuerpo mojado...

 

 

 

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