Dospuntocerolandia
Inés Matute
Tan real como la vida misma:
Twitero A: Me voy al cotillón de Nochevieja de BCM. ¡Feliz entrada de año, compadres!
Twitero B: Eres un frívolo y un cretino. Es indecente hablar de juerga cuando hay tanta gente que no tiene ni para comer. ¡No tienes vergüenza!
Moraleja: digas lo que digas siempre habrá alguien que se ofenda (o se haga el ofendido) con lo que dices, por muy inocente que sea la frasecita.
Puede ser que en alguna ocasión hayas expuesto una idea absurda, y sin embargo hayas recibido un montón de alabanzas; también puede ocurrir que hayas ofrecido una idea seria y políticamente correcta y que luego hayas tenido que defenderte de una multitud virtual vociferante y con ganas de armarla. Lo inteligente es dejar de preocuparse de lo que la gente piense y mantenerse firme en una línea “editorial” digital basada en tus propias creencias y valores. Si te preocupa más lo que alguien pueda llegar a pensar de ti que lo que realmente piensas tú, estás perdido, muchacho, porque entonces estás dispuesto a renunciar a tu identidad para empezar a ser lo que crees que la “gente” espera de ti. Afortunadamente no somos políticos y por lo tanto no necesitamos adaptarnos a la opinión pública. Si hay algo que todavía tenemos quienes nos comunicamos en los medios sociales -y esta revista es un estupendo ejemplo de ello- es una mínima libertad de expresión. No nos debemos ni a la empresa que os pone/impone la publicidad, ni a un poder superior que nos pueda cerrar el grifo, así que… usemos este privilegio mientras podamos.
Si quieres convertirte en un influencer o en un trend setter, deja de preocuparte por contentar al rebaño -¡imposible!- y céntrate en dejar satisfecha a una sola persona: tú mismo, con tus circunstancias y tu maravillosa singularidad. La Red debe reflejar (si has decidido reflejarte en ella, lo cual no siempre es lo mejor) quien realmente eres, y no lo que los demás esperan de ti. Personalmente, no tengo ni Facebook ni cuenta twitera ni nada parecido. Tengo un blog donde cuelgo reflexiones de peras a uvas -lo abrí porque el partido político en el que hasta entonces militaba así me lo pidió-, y una revista cultural donde doy cabida a las opiniones de personas cuyo trabajo valoro y respeto. Me gusta el trabajo colectivo y el compromiso sin miserias, censuras ni servidumbres. Debo ser un bicho raro, porque las opiniones más disparatadas las suelo soltar en el bar de la esquina, y mis fotos más cañeras no las comparto. Ni siquiera muestro aquellas en las que salgo “medio mona”. El mundo puede vivir sin mis chorradas, sin mis fotos, sin mis ataques de ingenio a las dos de la mañana. Es más: el mundo estaría mucho mejor con más sonrisas reales y menos emoticonos con caritas de melón pamplemousse. Tristísimo me parece que la palabra del año haya sido “selfie”, y que por conseguir un “selfie” de impacto haya gente que ha perdido la vida. Tristísimo y trivial, ya digo, pero muy propio de la patología más dura de nuestra posmoderna cultura de pacotilla: el narcisismo.
Os dejo con un abrazo sincero y un deseo para el 2015: que vuestro mundo sea más REAL y menos virtual. ¿Se puede desear algo mejor?