AGITADORAS

PORTADA

AGITANDO

CONTACTO

NOSOTROS

     

ISSN 1989-4163

NUMERO 59 - ENERO 2015

Laberinto

Edgard Cardoza

Paola Dice que tiene mala suerte. En lo que va del año ha perdido un celular, algún dinero y el amor de su novio. El celular –me dice- puede recuperarlo, el dinero va y viene según el dicho de su madre, pero duele el amor perdido o suplantado. Para paliar su mala suerte Paola se distrae haciendo crucigramas. En ese laberinto de líneas y señales quizá encuentre la madeja que afuera se le niega... Si el río de Alemania que se pide en la once vertical es el cauce vacío que pasa por su casa, Paola tiene ante sí un torrente: el de llenar su soledad baldía con agua de muy lejos. Si el laberinto inquiere: narración de largo aliento, la hembra se pierde en la apetencia de encontrar un varón acaudalado con la cartera llena de poemas... Lo que Paola tiene como pared de fondo, de ese cuadro que aboveda otros cuadros, es su intuición de niña entrando apenas a su corsé de adulta. Pero Paola no peligra. Su estirpe de mujer le ha enseñado a cuidarse muy bien de laberintos. Esto se lee en el manual de la perfecta Ariadna: ‘debes hilar así tu paradoja: sueña poco, en caso de peligro sueña siempre, para domar al hombre muéstrate débil y haz como que sueñas'.

Desde antes del principio la mujer ya urdía laberintos, su primera caja china se llama paraíso: bajo el árbol celeste de la vida, Eva jugó Serpientes y Escaleras sobre el tablero crédulo de Adán. Paris fue un galancete de plastilina en las manos expertas de Helena ‘La del barrio'. Dalila hizo creer a su Sansón que lo amaba por la magnificencia de su pelo: un día le escondió la cabellera –de quita y pon-: le había hecho olvidar que era pelón. ¿Qué hacías para ocupar tu tiempo en mi ausencia la mar de prolongada, dijo al volver del viaje Ulises a Penélope?. Tejía de día y destejía de noche –le responde-. Penélope mentía: descansaba de día y cogía de noche, si no ¿dónde está el paño que pruebe lo contrario?..

En los oscuros claustros de cualquier laberinto no falta nunca algún hombre extraviado y sediento a punto de sucumbir, y una mujer con antorcha, agua y brújula en las manos, que observa divertida desde alguna buhardilla.

Paola no peligra. Según la más típica estampa genésica, en la varona desemboca la voluntad de la serpiente, y resulta que Adán es el culpable. Desde entonces la astucia y el contrasentido son sus principales atributos. Su aparente debilidad la fortalece, pues le permite tener siempre el control emocional. Su propensión al llanto es un montaje: cuando llora lo que hace es lavarse los ojos para ubicar la realidad en su justo contenido. Cuando dice soñar, está tejiendo redes para que cada hombre que caiga tras su impulso, no haga ruido y crea que se levanta airoso de ese abatido y débil corazón. La varona nunca se equivoca: sus errores son guiños estadísticos, planeados para hacer más amena la velada. Dédalo, inventó el laberinto (y después escapó en vuelo furtivo); Ariadna tramó el hilo para salir de él.

Mujeres admirables. Abuela, madre, nieta, hermana, amiga, compañera. Para ustedes no existe la buena o mala suerte. Han venido a la tierra para llenar de esencia los vacíos del crucigrama de los hombres. Ustedes tienen todas las respuestas. Por eso digo: Paola no peligra.

 

 

Laberinto

 

 

 

@ Agitadoras.com 2015