Conversaciones con Mari (I)
Ángela Mallén
Cogito EGO sum.
Mari, somos ego. Un ego más grande que grande que en realidad es un ego de provincias, de barriada, de bloque de vecinos. Todas las mañanas, después de olvidar los sueños, te levantas y te vuelves ego antes de desayunar. Eso es lo único que te espera ese día y después toda la vida: el ego de los lunes, los jueves, los sábados. El ego de las narices.
Tuto caelo.
Yo no sé si estará bien el cielo, Mari. No me fío. De ser cierto eso de que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, entonces el cielo tendría que ser un lugar semejante a la tierra aunque perfeccionado. Es decir, todavía más jerarquizado, arbitrariamente repartido y bastante centralista. Y también superpoblado, porque si la población de los vivos ya está masificada, imagínate la de los muertos. El cielo de los españoles puede que tenga una estructura feudal, oligárquica, anacrónica y elitista; no creo que tenga otra, porque como muestra un botón.
Y si allí las cosas van bien, por qué no nos enseñan a organizarnos. Que nos enseñen. Que se mojen.