Carta a los Reyes Magos de Oriente III
Ángela Mallén
Esta carta me la han devuelto (sin abrir) los Reyes Magos de Oriente. Llevo tres años consecutivos enviándosela y me estoy hartando. Cada vez lo digo más claro.
Esperados Reyes Magos,
vosotros que tenéis camellos, caramelos, coronas, oro, mirra, pajes, generosidad, sensibilidad y magnanimidad quizás tengáis también solidaridad con este pueblo de pueblos. Necesitamos desalojar a Alí-Babá y a sus tropocientos ladrones de estamentos públicos y de la banca. Necesitamos dejar de creer en el Abra-Cadabra. Comunicadles a todos nuestros niños que no existe Aladino sino el usurero que promete cumplir tres grandes deseos alucinantes a cambio de una vida realista. Advertirles a todos los niños que el hombre del saco huele a colonia cara y lleva ropa de diseño. Descubridles de una vez a los crédulos pueriles ya creciditos que los Reyes somos los parientes cercanos (padres, abuelos, hermanos, tíos…), los amigos, vecinos y allegados; incluso uno mismo. Todos nosotros nos quebramos la cabeza pensando con qué ilusionar o cubrir una necesidad. Rebuscamos el regalito entre los montones de ofertas. Nos decepcionamos o nos alegramos al abrirlo. Y siempre pagamos religiosamente con IVA incluido.
Nos ha costado cara la magia, la extrapolación de la magia, la imposición de la magia y el golpe maestro de las varitas mágicas. Necesitamos la sencillez de la realidad en el día a día y en el verso a verso. No queremos el golpe a golpe de la barbarie, el cinismo, el desprecio, la arrogancia y la prepotencia.
Por favor, por favor, Reyes Magos, no nos traigáis nada de Oriente, que para eso tenemos tiendas en nuestros barrios y fábricas en nuestras autonomías. En este Reino necesitamos recomponer el tesoro público, que se deje de diezmar al campesinado, que se construyan mazmorras para los políticos bufones y para los malvados consejeros, que se emplee a la nobleza en causas nobles, que se rehabiliten y reinserten a los pobres dragones enloquecidos. Tenemos mucho trabajo por delante y nos vendrían bien herramientas, prototipos, pautas e ideas. Tampoco estaría mal unas cuantas dosis (altas) de vergüenza, honestidad y arrepentimiento para repartir entre las clases dominantes. Aunque os sugerimos que no hagáis magia negra y que abonéis todo lo adquirido.
Atended nuestra súplica, Reyes Magos. O mejor dicho, nuestra solicitud. O mejor todavía, nuestra resolución: no queremos paragüitas de la China, exigimos que nos sea devuelto nuestro país con sus instituciones, su población y sus gremios al completo: obreros, maestros, doctores, artesanos, artistas, intelectuales, jueces legales, niños formándose en la escuela pagada por los contribuyentes, enfermos curándose en los hospitales cuyos propietarios somos los conciudadanos, jóvenes trabajando en empresas e instituciones de su ciudad y yendo a cenar a casa. Que vuelvan los emigrantes por Navidad para quedarse con nosotros para siempre. Y que se encierre en los calabozos a quien pronuncie las siguientes frases: “no es sostenible”, “no está operativo”, “la población vive por encima de sus posibilidades”, “hay que optimizar recursos”.
Todo esto, queridos Reyes de los Caramelos, no son regalos sino derechos. Por favor no hagáis magia potagia con el consiguiente desencantamiento. Haced justicia y punto. De los regalitos seguiremos ocupándonos nosotros.
