AGITADORAS

PORTADA

AGITANDO

CONTACTO

NOSOTROS

     

ISSN 1989-4163

NUMERO 50 - ENERO 2014

En un País Multicolor

Estel Juliá

Autora: Fita Fernández. Araña Editorial, 2013.

Tarde lúgubre, tarde lluviosa. Nazaret, barrio de la periferia de Valencia, situado al final del puente de Astilleros, junto al viejo polideportivo. Más allá del Centro de Salud, la Biblioteca, casa de los libros, se llena de luz. A la sala, comienzan a venir personas, son el último vestigio de una generación que se nos marcha. De pronto, surge el impacto producido por una pequeña mujer que viste de negro, de rostro iluminado que recibe a una desconocida y le estampa un beso en un cálido abrazo de bienvenida.
Una señora junto a mi pregunta: “Vostè és d’ací?”, respondo: “No, sóc nascuda al Grau, visc prop del Cabanyal”.Comienza la presentación del primer poemario de Fita Fernández, una extremeña más en esta ciudad. Las palabras de Julia de la Rúa, la editora, fluyen sinceras y vibrantes, nos hablan de poesía, del arte, de las relaciones personales e intercambios de opiniones, y sigue la lectura del poema “Imagina…”.

Tímidamente Fita, abre el regalo que nos ha preparado, es un regalo fresco, rítmico, que destila aromas que contienen esencias lorquianas, machadianas, o el sonido de las gotas de las coplas que hace años escribiera la cordobesa Concha Lagos. Son aromas diferentes a los que habitualmente desprenden este tipo de actos que acaban provocando la desgana, y el sopor por la autocomplacencia de quienes se mantienen en su torre de marfil frente a un público cautivo.

“Mi querida enamorada” (poema dedicado a Valencia), “A mi hijo David”, “Mérida”. Fita, con solo cuatro poemas que nos ha leído, sin ego, sin impostura, con su acento, con sus eses silenciosas, como dejadas caer en el bolsillo de un muchacho enamorado, nos ha transportado a aquellos años previos al conflicto cuando todo era entusiasmo con la llegada del nuevo siglo. Pero las vanguardias, el Art Decó, el cinematógrafo, o los cabarets, quedaron atrás y aquella generación se nos quedó perdida o exiliada, irremediablemente.

Como si de una médium se tratara, Fita ha recitado, en ocasiones de memoria, ha provocado emociones y lágrimas, y el sonido del agua de la fuente de sus versos ha hecho nacer las perlas entre nuestras ruinas iluminando la tarde oscura que muere en los cristales. Además, Fita, es una mujer que no se conforma, como así me lo hizo saber, y va más allá con sus imágenes. Imágenes que la transportan a lugares imaginados. Allí, junto a los grandes maestros de la poesía española se llena de sus arrullos que después desnuda en las páginas en blanco.

La terrible enfermedad de nuestros días, no es la de Fita, porque Fita aprendió a enfrentarse cara a cara con la guadaña que algún día nos perseguirá a todos. También aprendió a levantar los escombros de la pobreza de su tierra y nos regaló con una magnífica merienda a base de vino tinto y jamón. Homenaje, sin olvidar su lugar de residencia, que llevó a cabo en un gesto sin tapujos, con la ilusión de quien destierra definitivamente los hambrientos recuerdos de esta infeliz España.

Fita me confesó con sus ojos brillantes que estudiaba valenciano y que había obtenido su primer título. Yo le hablé de las dificultades de publicar tardíamente, abrirse camino en el difícil sendero de los intereses creados, ajenos a la pureza de las palabras que se escriben en la lengua que sea. Fita, por unos instantes me hizo creer en un país multicolor, un utópico lugar sin fronteras donde cada lengua fluye desde el respeto, y por el respeto con que la tratan sus ciudadanos. Un lugar libre de cercos y cajones donde los ratones no dejan de conspirar con los del cajón de al lado para imponerse bajo las nuevas dictaduras del siglo XXI. Y sobre estas, no hablaré, solo añadiré,

¡Nazaret, país multicolor!, ¡larga vida a la poesía!, también a Fita.

 

 

Fita

 

 

@ Agitadoras.com 2014