Encarar las burlas indecibles,
el deseo constante de venganza.
Esconder luego el vestido,
maliciosamente recortado,
y las botas chamuscadas
y la vergüenza muy roja.
Salir de aquella casi intacta.
Me violentaste porque te rechacé:
Arpón que llevo clavado y homilía
seca de impredecibles consecuencias.
El secreto es oficio de paciencia,
de flores en espinas forzadas
y límites puestos a prueba.
El resentimiento crecerá en mí
en su transparencia irrespirable
como un pozo de sombras
como un huevo de piedra.