Suenan, mejor, resuenan y retruenan con extrema alegría y alborotado gozo, las cinco solemnes notas del aséptico xilófono. Albricias. Es la hora. ¿Dónde está mi talismán? El de los días del Descanso. El de los Domingos. El de la celebración. El de la arenga o el del sermón. El de ágatas falsas, ónices oníricos, esmeraldas desesperadas, topacios sin alma y jades negros con problemas de adicción al brillo por las malas compañías de otras piedras preciosas semejantes, todas engarzadas para desembocar en la suprema tulipa central cincelada brutalmente pero con punzante precisión contra oro grueso recién bruñido pero desdichado al fin y al cabo por su fatal condición. Ese talismán, con colgante de bronce eslabonado, resultado de fundir una campana, obviamente también de bronce, que alterna su tañido para el aviso del fuego que sin duda acaba llegando y la advertencia de estampida de difuntos inminente. Exactamente ese. El que arrojé la última vez a la basura. Aquí está. Lo asearé. Ahora podré hablar, quizás, no estoy del todo seguro, claro, hablar fluidamente y ser entendido.
“Sisters & Brothers & Associates, me veo en la ineludible obligación de preguntároslo. ¿De qué licor nos proveeremos cuando la fruta de la vida esté extinta por demasiado vendimiada y cosechada sin más tiempo para su fermentación? ¿Alguien conoce algún bebedizo, espumoso o no, que nos confunda para poder confluir en el refulgente haz de donde parten todos los caminos que nunca conocerán su destino? Es más, ¿alguien conoce alguna otra fruta desconocida capaz de alcanzar el éxtasis de la maduración? ¿Alguien que sepa desentrañar los secretos de desclorofilar las plantas aromatizadas naturalmente para extraer toda su luz verde, esa luz intensa y breve como la de los letreros de ese mismo color que nos indican por dónde salir? ¿Alguien? ¿Alguien? ¿Alguien? A ver, la del turbante”.
-Yo adoro solo a la carne.
“¿Alguien más? ¿Alguien más? ¿Alguien más? … ¿No, no, no? … ¿Nadie, nadie, nadie? A la una, a las dos y a las tres. Pues sea la carne lo que supla todo pero por algún Dios o por su misma ausencia, no dejemos que esa carne se pudra. Sisters & Brothers & Associates, paz y guerra y omisión de ambas. Eso es todo. Ya podéis escapar”.
-¿Cómo se te ocurrió lo del turbante?
- Me pareció convincente. Y destaca.
- ¿Y a ti lo del talismán?
-Por si había altercados en la multitud sedienta provocados por la dependencia.
-Claro, claro, claro. Y eso de las cinco notas del xilófono para sentenciar la hora, te ha quedado muy bien.
-Un momento, eso no fui yo.
- Entonces, ¿quién?
Alguien.