Rostro desconocido
Anoche,
en el caos de tu frente,
busqué alguna anomalía.
La mañana cérea
enfoca ángulos muertos.
Entre las sábanas,
sudario desplegado,
flotas en atmósferas
de humo y geometría.
Espacio femenino
Mi voz es un grito, acallado por las olas
que el atardecer eleva bronco en la
hora del ayer.
Mi voz no se amoldó a la tierra,
que me quería vencida y olvidada,
árida bajo un sol desmerecido.
Crecí en la calma de las noches,
me aventuré a caminar más allá de las lindes,
ajena al destrozado camino,
meridiano confuso del alma que se agita.
Sin encontrar respuestas
recogí las ofrendas, garabateé
sobre el libro de los sacrificios.
Rotos los días de los sacrilegios.
Regrese al mar:
líquido que multiplica los azules
y magnifica los sonidos.
Se quebró el sol.
Aupada hasta el murmullo del espacio femenino,
allí donde las mujeres se desnudan,
tranquilas sobre un arco de medio punto.
Borro las huellas de los hombres altivos,
ahuyento las huestes de jinetes desbocados,
para recolectar las mieses de la cosecha arrasada.