Hace muchos años que sigo con delectación la carrera literaria de Jesús Zomeño. Tras sus inicios poéticos durante muchos años centró su actividad literaria en los relatos cortos. Fruto de ello han sido sus libros Lengua azul (Premio Café Mon), Piedras negras, De este pan y de esta guerra (Premio de la Crítica Literaria Valenciana), Guerra y pan y Querido miedo. Podéis ver las reseñas de los mismos en los enlaces anteriores. El marco de los mismos son las guerras mundiales y el período entre ellas. El último es un recorrido nostálgico sobre los años 80. Por otro lado, los lectores de Agitadoras han disfrutado con antelación de algunos de los relatos que figuran en esos libros y de muchos otros aún inéditos en papel. Os podéis dar una vuelta por la hemeroteca para degustarlos.
Era solo cuestión de tiempo que Zomeño asaltara –cual trinchera de la I Guerra Mundial, que tanto le atraen– la novela y ya tenemos la oportunidad de comprobar en El cielo de Kaunas que la calidad de su prosa ha dado este nuevo paso sin perder un ápice de su calidad e intensidad.
La novela se sitúa geográficamente en Kaunas, ciudad situada en la zona centro-meridional de Lituania, temporalmente en los años posteriores a la caída del comunismo y, anímicamente, bajo el desánimo y la pérdida de valores y referencias que se produjo en el este de Europa tras el derrumbamiento del bloque soviético.
Consta de tres partes perfectamente diferenciadas cuyos protagonistas las definen. De un lado tenemos a un envejecido celador de un museo de la guerra que nadie visita y que decide convertirse en ejecutora aleatorio que sacuda la narcolepsia de un país desesperanzado. De otro, a una pareja de rusos –acompañados de una indolente occidental que se arroja en los brazos del lado oscuro por la otra cara de la falta de valores que sufre la juventud de occidente– que dan imagen a aquella parte de los rusos que optaron por hacer del crimen en occidente su forma de vida. Por último, un policía español que viaja a Kaunas en una especie de viaje en recuerdo a su vecina que fue asesinada y a la que vengó matando a sus asesinos. Paradójicamente, todos ellos parecen tener como eje a cuyo alrededor actúan, el de un anodino y peculiar quiosquero de la ciudad que semeja un último residuo de lo que fue el país.
Las tres historias pintan un lienzo de aquella Lituania en descomposición, de una ciudad que abandona un pasado tenebroso, como quien abandona un bunker, pero sin haber logrado aún llegar a un nuevo lugar donde brille la luz de la esperanza. Es un retrato de una sociedad que ha pasado del negro a un gris apático y desolado.
Ambas historias, sin que los protagonistas lo sepan, corren en paralelo en el espacio y en el tiempo y solo en un instante, dos de ellas convergen en un clímax de violencia y sinsentido como la vida misma.
El cielo de Kaunas, además, es una novela sin contemplaciones. La violencia moral y física recorren sin misericordia sus páginas, como sucedió tantos lustros en el imperio soviético. Zomeño escribe sobre ello sin miramientos. No es una novela para sensibleros. Sus descripciones de los episodios violentos son descarnadas, cínicas, casi animales. Además de ese cuadro de la agónica Lituania y del retrato agudo de las sicologías de sus personajes, la violencia –a veces cruel, a veces conmiserativa– nos recuerda el marco que ha obsesionado de alguna manera a los relatos cortos de Zomeño de la última década. No en vano aparecen varios guiños a la Guerra Mundial, como el rifle que usa el primer protagonista, las referencias a los campos de exterminio de judíos, o las matanzas de los rusos previas a su entrada en la Gran Guerra.
El cielo de Kaunas es la novela de un escritor ya maduro, con un estilo y una atmósfera propios, como los de los buenos pintores, que domina los registros de la narrativa y que sabe crear personajes, ambientes y argumentos que gustarán al buen lector. No os la perdáis.
