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ISSN 1989-4163

NUMERO 88 - DICIEMBRE 2017

Divagaciones

Inés Matute

Acostumbrada como estoy a leer sandeces en Facebook, empieza a parecerme buena incluso la prensa tradicional. A no ser que hablen de política -ahí se les va la pinza y la línea editorial-, suelen aportar datos contrastados, no como la sarta de bulos, invenciones, tergiversaciones y mamarrachadas que algunos (no precisamente bienintencionados) cuelgan en sus muros. Por la prensa de hace unos días supe que a Poe le recogieron delirando por las calles un día antes de morir a los 40 años. Lovecraft, por su parte, era un fanático de los helados, de los cuales se alimentó casi en exclusiva hasta el momento de su muerte. Panero, como todos sabemos, estuvo mucho tiempo encerrado en un manicomio, haciendo poesía con la sopa de letras. Supongo que le salían hermosos haikus que se tragaba sin rechistar. Hemingway se pegó un tiro con una de sus escopetas después de haber tocado el cielo literario, y no sabemos qué habría sido de Maupassant si un buen día no hubiera entrado en una habitación para encontrarse consigo mismo, mirándose de frente y sin pestañear.

Obviamente el artículo que leí trataba de la relación de los escritores con la locura. No creo que los escritores estén ni más ni menos locos que el resto del personal pensante; de hecho son gente común y corriente que mata el tiempo intentando plasmar sus neuras por escrito, aspirando tal vez a escapar de ellas teclado mediante. Juan José Millás, un magnífico escritor al que sigo tanto en prensa como a través de sus libros, es un claro ejemplo de lo dicho. También Gaby Beltrán, gran ilustrador y contador de historias, vuelca sus neuras en las redes a ritmo de chaparrón, lo que le ha convertido en un personaje cuyas peripecias -tanto presentes como pretéritas- se me hacen indispensables antes de rezar a Jesusito y dar por bueno el día. Soy incapaz de acostarme sin saber qué le habrá pasado hoy al señor Beltrán en ese supermercado de Ca’n Pastilla que es como la taberna alienígena de las Guerra de las Galaxias: en su barra liban todos los monstruos del universo y algún jubileta escapado del hostal.

Y digo esto de Gaby porque lejos de incluirle en el grupo de los e-tontainas con los que empecé este artículo, lo incluyo en el de los escritores por descubrir. El de los buenos escritores por descubrir. Agítese a Bukowski con Stendhal y añádanse un par de letras de Fito Fitipaldero y Juan Perro, y les sale un Gaby Beltrán. Y si no les sale, tanto da, porque con esa combinación ya tenemos el salseo garantizado y si me apuran, hasta club de fans.

¿Están más locos los escritores que todos los demás? Yo solo sé que me gusta Panero, los helados, las escopetas y los delirios a lo Poe, pero sobre todo sé que me gustan los escritos de Gaby y Juan José Millás. Que diga mi futuro psiquiatra si estoy o no estoy de atar.

 


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