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ISSN 1989-4163

NUMERO 88 - DICIEMBRE 2017

Muro de las Lamentaciones

Francisco Marín

Autor: Rubén Castillo Gallego. Editorial Baile del Sol (2017). 170 pgs. 10,00 €

 “Blas borraba las calles rectas con sus andares curvos” (pg. 26).

No creo equivocarme si afirmo que todos nosotros,en algún momento de nuestra vida, hemos caminado, caminamos o caminaremos con ‘andares curvos’ por las calles rectas, físicas o mentales. Cada lector podrá identificarse con alguno de los protagonistas que pululan alrededor del particular Muro de las lamentaciones de Rubén.

Lo dijo Dante Alighieri y es verdad: casi todos, en medio del camino de la vida, nos encontramos en una selva oscura. Quizá por eso nos aferramos a la esperanza de que al final, exista un horizonte de luz que nos acoja, nos absuelva y nos reconforte. Los protagonistas de estos relatos son seres heridos, cercados por el fracaso, la decepción o el insomnio. Seres que han descubierto con tristeza que los tonos grises han empapado sus calendarios. Seres a quienes la lucidez ha desgarrado y que se acomodan como pueden a la resignación o a las lágrimas. Vivir, en ocasiones, es un ejercicio melancólico. Y todos los muros en que apoyamos la frente se transforman en muros de las lamentaciones.

En Muro de las lamentaciones se nos presenta Rubén como el grandísimo escritor que es, además sigue reafirmándose como un genial relator. Relator que sorprende al lector en cada una de las 14 composiciones, o lamentos, de este volumen. Cuando creemos que nos acercamos al fin de la historia, con un sabor de boca más que apreciable, se dispara la sorpresa con giros finales que sólo alguien como Rubén Castillo es capaz de imprimir.

Desfilan por sus páginas personajes acompañados de grises que intentan colorearse, caminantes a no se sabe dónde… pero que al llegar a su no destino se detienen a pensar, a reflexionar. Es en este acto de meditar de donde parten, como decimos los matemáticos, múltiples derivadas de una misma función… cuál es la propia vida…drama, dolor, desconsuelo…pero también esperanza, juego, risa…todo.

Si me obligasen a elegir un relato, me quedo con todos, destacando quizás… Blas, El último caballero andante, En la cinta transportadora… Me he divertido mucho e igual, en algún momento, hago mis pinitos literarios siguiendo sus indicaciones, con Dos cuentos para que usted los escriba.

Gracias Rubén por tu genialidad y tu humildad, sólo los grandes son humildes. Espero… esperamos con impaciencia tus próximos escritos.

Rubén Castillo Gallego (Murcia, 1966) es profesor de literatura y crítico literario. Ha publicado hasta ahora una quincena de libros, tocando casi todos los géneros literarios: cuentos (Hegel en el tranvía), novela corta (La mujer de la mecedora), ensayo (Palabras en el tiempo), reseñas (Ventanas de papel), narrativa juvenil (La cueva de las profecías) y, sobre todo, novelas (Las grietas del infierno, El globo de Hitler, Anillo de Moebius…).

Tiene una mujer, cuatro hijos, cinco amigos y diez mil libros.
No cree en la homeopatía, ni en las dietas, ni en la gente pesada; pero si en los libros de Borges, el café y la gente que sabe escuchar. Pertenece a la Orden del Meteorito de Molina de Segura.

Agradezco profundamente que Rubén, nuevamente,…comparta su tiempo con nosotros… ¡Gracias!

P.- Por si alguien anda despistado, cosa que dudo, ¿Quién es Rubén Castillo Gallego?
R.- Soy un enamorado de los libros que, de vez en cuando, escribe alguno y lo comparte con los demás. Siempre me ha interesado mucho más la primera parte de mi personalidad que la segunda, porque es la que más alegrías me depara, desde la juventud.

P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace Muro de las lamentaciones?
Más que un nacimiento tuvo muchos, porque hablamos de un libro de relatos que no fue concebido con carácter orgánico o sistemático. Escribía un texto, pasaba el tiempo, escribía otro, ganaba algún concurso (siempre he sido poco de concursar, pero en ocasiones lo he hecho…). Al cabo de una década me he encontrado con material suficiente como para conformar un volumen y me animé a dar el paso.

P.- ¿Nos lamentamos poco? ¿Habría que gritar un poco más?
R.- Nos lamentamos mucho y gritamos mucho, pero acompañamos ese furor con la inacción. Somos Segismundos de baratillo. No obstante, yo buscaba en esta colección hablar de los gritos íntimos, de los fracasos, de la tristeza de haber sido engañados, de la amargura, de todo aquello que nos vence en el alma y nos lleva a las peores lágrimas.

P.- ¿La lectura cura la idiocia? ¿...y el falso independentismo?
R.- Yo no sé si la lectura cura. No tengo muy claro que sea ése su cometido. Sí que sirve en ocasiones como analgésico o como almohada. La idiocia y el falso independentismo requieren otro tipo de remedios, no sé si relacionados con la letra escrita.

P.- ¿Dónde se siente más cómodo...en el relato corto o el largo?
R.- En ambos. Depende de la historia que esté surgiendo dentro de mí. Si se ramifica mucho y me pide páginas es obvio que me encuentro ante una novela; en caso contrario, la dibujo en media docena de folios. Quienes escribimos nos encontramos muy nítidamente con esa certidumbre, sin que a veces la sepamos racionalizar.

P.- Soy de buscar frases. En la página 26 de su 'Muro', me tropiezo con esta: "Blas borraba las calles rectas con sus andares curvos". ¿Cómo llega a ella? ¿La tiene predeterminada? ¿...? Es genial.
R.- Le agradezco el elogio, pero debo confesar que soy el primer sorprendido. Son frases, adjetivaciones, metáforas, que van saliendo al hilo de la escritura y que sólo muy raramente premedito. A veces incluso elimino algunas por parecerme demasiado “literarias”, demasiado petulantes, demasiado pirotécnicas. Prefiero narrar bien a escribir bien.

P.- ¿Qué es más duro... criticar o ser criticado? Literariamente hablando, claro.
R.- Es más duro ser criticado, siempre, porque cuando criticas estás juzgando desde fuera un producto. Lo observas con ojos de ingeniero, de arquitecto o de joyero. Lo evalúas con criterios objetivos, o eso pretendes. No buscas dañar ni escarnecer. Pero al ser criticado recibes algunos cañonazos que no esperabas en la línea de flotación de tu obra, en zonas que son emocionales. Y eso duele.

P.- Hace 3 años, Alberto Sánchez de la Peña, le recordaba, en una entrevista, una frase suya: "Soy incapaz de emocionarme con la política, la televisión, las revistas de cotilleo o el fútbol"... ¿Sigue en la misma dinámica, ha disminuido o ha aumentado?
R.- A mí, a estas alturas de la vida, ya me emocionan pocas cosas; y, desde luego, ninguna de esas cuatro. Sí me emocionan algunos libros (cada vez tengo más), algunos amigos (cada vez tengo menos) y, por supuesto, mi familia, que es mi Paraíso.

P.- ¿Qué está leyendo ahora mismo?
R.- Leo la última novela de Joyce Carol Oates y releo a Carmen Martín Gaite. Es decir, dos mujeres. Pero hay muchos más libros esperando su turno en la mesa. Jamás me canso de leer.

P.- Venda su libro de cuentos. ¿Por qué hay que leer Muro de las lamentaciones?
R.- Permítame, con todo el cariño, que no lo haga. Creo que a los autores se nos está convirtiendo últimamente en unos chamarileros a quienes se les exige cada día más y más de cara a “las ventas”: que participemos en actos literarios, que presentemos los libros aquí y allá, que colaboremos en todo tipo de charadas para darnos “visibilidad”, que seamos activos en redes sociales (hablando, por supuesto, machaconamente, de nuestra obra), etc. Usted sabe, como amigo mío que es, que yo funciono de otra manera. Soy un antiguo. Creo en que el 90% de la labor del escritor termina al poner el punto final de su texto. Respeto a quienes opinen lo contrario, pero no participo en esos circos… En resumen: que Muro de las lamentaciones está ahí para quien desee abrirlo. Que el lector me conceda cinco minutos de su tiempo y, si no le gusta, que lo abandone.

P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?
R.- En el ámbito literario, seguir leyendo con la misma voracidad que hasta ahora. ¿Recuerda lo que decía Ramón Gómez de la Serna? Aquello de que leyésemos y pensásemos, porque para no leer y no pensar tendríamos siglos. Pues a esa frase me apunto… En los próximos seis meses publico dos de las tres obras que tengo inéditas, así que quizá esté acercándose la hora de empezar a escribir de nuevo.

 


Muro de las lamentaciones

 

 

 

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