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ISSN 1989-4163

NUMERO 88 - DICIEMBRE 2017

La Criminalización del Piropo

Carmelo Arribas

Define la RAE, el piropo, como una palabra  procedente :del lat. pyropus 'aleación de cobre y oro de color rojo brillante', y este del gr. πυρωπ?ς pyropós.

Sin embargo el sentido de la palabra española es:

1. m. Dicho breve con que se pondera alguna cualidad de alguien, especialmente la belleza de una mujer.

2. m. Variedad de granate de color rojo intenso.

No me extrañaría que etimológicamente, tuviera que ver con la palabra griega "pir", que significa, fuego, pero también: "brillo de los ojos, ardor, ímpetu, fuerza irresistible; pasión".

Ni tampoco que esa variedad de “granate de color rojo intenso" se asemejara al enrojecimiento de las mejillas de la mujer, ante según qué piropos, así  como lo del brillo de los ojos y pasión.

Y siguiendo con esa búsqueda de los orígenes, no me extrañaría, tampoco, que el origen de esta costumbre tuviera un origen religioso. Como si fuera una copia laica de una práctica religiosa, la jaculatoria, cuyo destino principal, suele ser la Virgen, una mujer.

Si cogemos la palabra española “jaculatoria” y buscamos su significado vemos que las similitudes con el piropo, son evidentes:
Porque la palabra latina jaculator/oris, significa  “lanzador” y una jacularia es una breve oración, que se lanza, normalmente elogiosa, a la Virgen; Rosa mística, Torre de David, Torre de marfil,  Casa de oro…Aunque también se denomine, a estos elogios, letanías, nombre cuya raíz podría venir del latín  laetatio; alegría, gozo.

Con lo que ambas costumbres, tendrían un sentido semejante. Un piropo, es algo que se lanza, para agradar, y que debería producir gozo tanto en el lanzador, como en el sujeto, al que se dirige.
Me he topado en mi biblioteca con una edición facsímil de: "PIROPOS ANDALUCES" de Manuel Díaz Martín, de 1885, que subtitula: "Las expresiones más salerosas del sur de España".

Pero, me da, que esto del piropo, ha pasado, de ser considerado una prueba del ingenio y gracia, que se volcaba en la valoración, la mayoría de las veces física, de la mujer, a ser considerado como un elemento de acoso, al menos, hasta que no se ha asentado una relación amorosa.

La diversa consideración social de la mujer, en el tiempo actual, distinta de la que existía hasta hace unos cincuenta años, o quizás menos, ha llevado a considerarse, casi, una costumbre no bien asumida por la mujer, considerándolo  una ofensa, o agresión verbal. ¿Por qué me tiene nadie que decir nada? ¿Acaso voy yo diciendo cosas por ahí a los hombres?

Ya no valen las palabras del autor. "El piropo es incienso que se quema ante la gracia femenina; es oleada de entusiasmo que inunda la calle por donde marcha la mujer; es saludo de admiración: es noble reverencia; es el ósculo que da la inteligencia a la obra más perfecta de la Naturaleza".

Y ante estas palabras, con las que empieza el Capítulo 1, no puede uno nada más que sonreírse, e imaginarse el -anda vete por ahí- que te soltaría cualquier mujer joven en la actualidad, ante tal párrafo.

Y sigue: “Imaginémonos... cómo un joven rico por la fantasía, va distraído por una de las tortuosas calles de Sevilla y que, al alzar la vista ve a una mujer;
...más bonita,
que los clavelitos blancos,
que abren por la mañanita.”

Y sigue el escritor, imaginando escenas en la que la mujer se topa con el galán,  y este le repite los versos de Garcilaso de la Vega:
Eres "dulce y sabrosa,
más que la fruta del cercado ageno"

Pero si la mujer se mostrara despreciativa al requiebro, el ofendido, se le acercará y le dirá aparentando ser él, el ofendido :
"Oiga V, niña de mis ojos; ¿Se le debe a V, algo?.

Y sigue el autor : “ante tal insinuación , cede ella algún tanto, pues mira con curiosidad y no puede reprimir la sonrisa de satisfacción que está retozando en su hechicero rostro.”

Pero si hay una parte del cuerpo que concentre más la imaginación del galante piropeador, son los ojos.

“Tienes los ojiyos grandes
como piedras de molino
y partes los corazones
como graniyos de trigo.”

O aquel otro

“Tus ojos, bella paloma,
llevan pleito con el sol
porque el sol es uno solo,
tus ojos dos soles son.”

Pese a todo, uno se mete en internet y se encuentra toda clase de piropos, pero también artículos de feministas que afirman, que decir piropos es una costumbre machista, porque es un derecho que los hombres se arrogan de evaluarlas. Y a ellas, puede que no les guste que se lo hagan.

No les falta razón, pero también hay mucha “desaboría” y en esto, no hay distinción de sexos,
“Los piropos se usan para consolidar la masculinidad de quien los dice y mantener la tradición de que las mujeres están ahí para alegrarle la vida a los hombres, así, como grupo al que le ha tocado el "premio”.

Ciertamente la equiparación de la mujer a la sociedad, en pie de igualdad y  como persona, no como sexo femenino, ha hecho que ya raramente, se digan piropos. Ciertamente, según cómo se produzca y lo que se diga, una persona tiene derecho a disgustarse, si alguien a quien no conoce va opinando por la calle de que les gusta su cuerpo, aunque según la oportunidad a algunas puede que les suba, esta alabanza, su autoestima.

Acabaré tal y como termina su libro el autor:
“Y siendo forzoso terminar este artículo…daremos fin con un sencillo requiebro, que, a nuestro humilde juicio los compendia todos.
HOLE MI NIÑA”.

Y es que ; Requebrar, no es volver a romper algo, como parecen insinuar las feministas sino como afirma el diccionario de la RAE:
“Halagar a alguien, especialmente a una mujer, con piropos o palabras que destaquen sus atractivos.”

Y es que, a pesar de todo, a nadie le amarga un dulce, aunque sea diabético.

 


Piropo

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