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ISSN 1989-4163

NUMERO 78 - DICIEMBRE 2016

Los Micromundos de los Simpáticos Depredadores

Ángela Mallén

Los Señores que se adueñan de los microuniversos son personajes simpáticos. Pueden llamarse Don Alguien, o Mari Algo, o Nosecuantitos. Se llamen como se llamen, pocas veces te esperas lo que encierran.
Exploran la realidad y buscan un señorío, un reino, un dominio.
Avanzan entre la multitud y buscan adeptos, subsidiarios, personal subalterno.

En cuanto se posicionan, se hacen con un servicio doméstico: mayordomo, ama de llaves, dama de compañía. Pronto nombrarán a sus secretari@s, delegad@s y otros cargos directivos dependientes de su potestad.
Entre tod@s ell@s, eligen a su “hombre” de confianza, que a veces es de cristal y a veces es de paja. 

Antes de demarcar las fronteras, hay que estipular la jerarquía.
Antes de establecer funciones, hay que dar pruebas de acatamiento y subordinación.

Antes de las estrategias constructivas, se desarrollan las defensivas.
Y cuando esta receta abstracta va tomando forma, empieza la guerra. El ataque sorpresa. La emboscada.

Todo vale para ganar territorio, crecer en cohesión y fortalecer el ego del personaje. Del creador. Del demiurgo. De Dios.

Eres blablablá te dirá el personaje si no tienes el perfil de súbdito para su microreino más o menos futuro.

Te ordeno que te apartes, te desactives o te desintegres.

Dependiendo del grado de resistencia que opongas, esperaré a que te autodestruyas, o te azuzaré a mis preciosos perros rabiosos, o te enviaré a mi ejército con armas de destrucción masiva.

De puertas adentro, el personaje sigue mostrando una simpática sonrisa, similar a la que usa con sus aliados.

Pero ay si algun@ de “los suyos” contradice su capricho, entorpece su estrategia o descuida su actitud complaciente…  El látigo, la horca, la guillotina… Nunca se sabe qué instrumento de tortura utilizará el personaje para aplacar su cólera. Para aplicar un castigo ejemplar.

A veces hay que amputar. A veces hay que romper por la mitad. A veces hay que colocar una bomba de relojería. En todo caso, lo importante es mantener la jefatura. Y si ese micromundo se acaba, la fórmula siempre pervive en el interior del personaje.

Por encima de la fluida multiplicidad cósmica.  

El personaje puede llamarse Don Alguien, o Mari Algo, o Nosecuantitos. Se llame como se llame, pocas veces te esperas lo que encierra.

Ahí está, ¿no lo detectas? ¿No percibes sus ojos escaneándote?

Dile cuanto antes (sobre todo si eres norteamericano) que no es tu capitán.


 “Que estás aquí,
que existe la vida y la identidad.
Que prosigue el poderoso drama…”

(Walt Whitman)

https://youtu.be/KAfr1BqDqZs

https://youtu.be/j8Pvw70N1Go

Micromundos

 

 

 

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