Maneras de Ser uno Mismo
Inés Matute
Hace tiempo que me asombran y maravillan las personas “que son como son” (suelen ser bordes), piensan exactamente lo que piensan (puro prodigio) y, en consecuencia, es imposible que hagan otra cosa que lo que hacen (suelen alegar difusas exigencias del guión. O no). He tenido ocasión de conocer a bastante gente - mi madre, mi suegro, titanes diversos- que se pasan el día en estado de alerta para no dejar de ser lo que son, ocasionando un grave fenómeno de persistencia en uno mismo. Parece ser que a esto se le llama “identidad propia”, y que es un invento que hace las delicias de psicólogos, nacionalistas, fanáticos religiosos, fanáticos del fútbol y adeptos a determinadas ideologías políticas. Es el célebre “yo”, que en el caso de los poetas deviene yo poético y en el caso de los políticos, en el “aquí mando yo”, muy popular entre los populares (valga la redundancia puesto que aquí va con siglas) más correosos de la zona valenciana (ejemplo: Alfonso Grau, quien además de ser él mismo sin darse una tregua, hace las cosas porque le da la gana y se acabó).
Para dotarse de una personalidad que lo flipas -ahora saco mi personalidad cheli- hay que dedicarse a ello día y noche, y la cosa resulta extenuante. Lejos estoy de la solidez de mi madre y de mi suegro, y más lejos aún de esa solidez como de estatua que vemos a diario en los telediarios, encarnada en políticos, banqueros, tertulianos, sindicalistas y otros jetas de diverso pelaje, que no dejan de ser ellos mismos ni en las pausas publicitarias. A la autotozudez extrema le llaman carácter o talante, y tan panchos, oiga. A lo más que llegan, a veces, es a pedir perdón. Tarde o mal, naturalmente, que el carácter marca mucho y ellos son como son.
Yo a lo más que llego es a ser yo misma ocasionalmente, episódicamente, y por ello unos días me levanto siendo de Podemos y otros hago las maletas en pos de un país más civilizado, pues este me da mucho asquito – porque también España es mucha España siempre, sin fisuras- . Los lunes, vengo observando, me levanto con una pata en UPYD y otra en Ciutadans, los martes, reniego de la política y sólo quiero quemar el Parlamento. Los miércoles y fiestas de guardar, me siento muy de derechas, los jueves, de izquierdas, y la cosa del nacionalismo la dejo para los domingos por si hay manifa y el tono festivo me viene sobredado después de los churros.
Tengo observado que hay tanta gente que es ella misma todo el tiempo que llega a provocar unos desastres de dimensiones galácticas, y que nos haría un favor a todos siendo ella misma a ratines, ocasionalmente. Pero como convencerlos es harto complicado, sólo me cabe rezar para que les pille el toro del Alzheimer y dejen de ser ellos mismos ya para siempre, no vaya a ser que su identidad acabe arrollando a la nuestra y nos tengamos que ir todos a vivir a Andorra, por si acaso.