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ISSN 1989-4163

NUMERO 48 - DICIEMBRE 2013

Caro

Joan Ramis

 

Caro, el dios de la noche, hijo de Antalón, dios del mundo, vino a la Tierra al atardecer, como otras veces, a hacer sus correrías, a tener sus aventuras. A veces quemó casas y establos. Otras, embarazó jóvenes doncellas que parieron ángeles, que un día volaron y nunca los volvieron a ver. Ese día, se acercó al Lago Salado. Le gustaba el crepúsculo en ese lugar. Allí, se escondió detrás de unos matorrales y pudo ver a Finabella, bañándose con unas amigas. Quedó prendado de la joven, tan bella, tan suave, tan armónica en sus movimientos. Cuando Finabella y sus amigas se iban para sus casas, Caro se paró en mitad del camino para hablar con ella. Olvidó que la mirada de un dios es terrible para los mortales. Ella se asustó y huyó con sus amigas. Él se puso muy triste y, a partir de ese día, el desconsuelo no lo abandonaba.

Al día siguiente, en el Lago Salado empezó a llover. Un día tras otro. Tras tres meses ininterrumpidos de lluvia, los habitantes de Salado, el pueblo cercano al lago donde vivía Finabella, se reunieron y decidieron hablar con la bruja Asfidia. Ésta les dijo que aquello era una maldición de los dioses y se ofreció para acompañarles al cielo, al palacio de Antalón.

Cuando la comitiva del pueblo habló con el dios del mundo, éste enseguida sospechó de su hijo, pues ya otras veces sus correrías habían traído problemas. Habló con su hermano Prostalón, el dios de las tormentas y éste le dijo que Caro le había pedido que desencadenara una tempestad que no cesara nunca sobre ese pueblo.

Caro se sintió descubierto y quiso esconderse. Cuando huía, se topó con Asfidia, que acompañaba a los mortales. Le pidió que le convirtiera en un humano, para enamorar a Fitabella. La bruja le advirtió que conocería la muerte. Él quiso seguir adelante.

Cuando la gente va a la carpintería del pueblo, se queda extasiada mirando al techo, donde está pintada una noche estrellada que parece real. Cuando la gente le pregunta al carpintero quién la pintó, éste no responde. Cuando le preguntan a su mujer, Fitabella, ésta contesta: “Cosas de Caro”.

 

Caro

 

 

 

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