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ISSN 1989-4163

NUMERO 48 - DICIEMBRE 2013

Las Seis Vueltas de la Zarina

Holly

La joya más famosa de la zarina Alejandra fue, probablemente, su collar de seis vueltas de perlas. A Alix, a quien nunca le interesó demasiado la moda aunque no por ello dejó de tener un vasto guardarropa ni de encargar más de 50 trajes por temporada, lo que le fascinaban eran las joyas. Los Romanov tenían la colección de joyas más espectaculares del mundo y la zarina disfrutó de ellas pero también del encargo anual del zar a Fabergé o a Bolin, quienes siempre reservaban, además, las piezas mejores para Alejandra. Sin embargo, aunque la zarina lució muy distintas piezas de joyería a lo largo de su vida, sus preferidas siempre fueron las perlas y llegó a tener una buena cantidad de prendas de día, además de vestidos de noche -lo que era más normal-, ribeteadas con ellas.

Para conseguir las joyas de la corona, Alejandra tuvo que luchar contra la emperatriz viuda, con quien tenía mala relación, porque no se las dejaba. Sin embargo, en pocas ocasiones las lució y, cuando lo hizo, las llevó todas juntas, lo que causaba estupor en quienes la veían, especialmente entre los ingleses -que, al fin y al cabo, eran los compatriotas de la nieta de la reina Victoria que llegó a zarina-. (Por cierto, Ena estuvo enamoriscada de Niki también, aunque él nunca tuvo ojos para otra y Alejandra siempre amó al zar con gran devoción).

Por ello, la joya más famosa de la zarina es su collar de seis vueltas de perlas que lució en muchas ocasiones y con el que fue retratada. Actualmente, las joyas de los Romanov se conservan sobre todo en el Hermitage y en manos de coleccionistas privados. Stalin realizó una subasta de los objetos que los zares y sus hijos se dejaron en el palacio a su marcha, en 1930 -con una legalidad muy discutida-. También hay varias joyas perdidas. Sin embargo, las joyas más famosas de los Romanov, sin lugar a dudas, son las que se llevaron en su penar por Rusia, tras la abdicación del zar. Las llamaban "medicinas", en clave, para que los rojos no se enteraran de que se las cosían a los corsés y dentro de los cojines para llevarlas con ellos. Cuando los soldados comunistas abrieron fuego en Ipatiev contra los Romanov, se sorprendieron de que las balas no les pasaban: las joyas se habían convertido en chalecos antibalas. Así se descubrió todo. Así acabó todo. Con mucho estilo. Con mucha tristeza. Sublime, bello y terrible. 

 

Zarina

 

 

 

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