La Lección de Anatomía
Il Gatopando
El anuncio de la concesión del Premio Nobel de Literatura de 2013 a la escritora canadiense Alice Munro coincidió en mi caso con la lectura de una de las novelas menos conocidas de Philip Roth. No pude evitar sentir cierta lástima hacia el escritor de Newark una vez parece ya muy poco probable que otro autor de lengua inglesa, aún más norteamericano, sea galardonado con dicho premio en los próximos años. Dada su avanzada edad –al igual que Munro, Roth anunció recientemente su decisión de dejar de escribir-, ello parece desterrar de una vez por todas las opciones de alguien que acabó por adquirir el estatus de eterno candidato.
La novela en cuestión, La lección de anatomía , perteneciente al ciclo dedicado a Nathan Zuckerman, trasunto del autor en la ficción, publicada originalmente en 1983, contiene todos los ingredientes habituales en la obra de Philip Roth previa a Pastoral Americana. Se lee como un compendio enmarañado, desquiciado, de sus obsesiones.
En esta ocasión nos encontramos a Zuckerman encerrado en su apartamento en Nueva York, postrado por un insoportable dolor físico en las cervicales que se prolonga ya durante más de año y medio. La imposibilidad de establecer la causa del dolor y de ponerle remedio pese al recurso a los fármacos empuja a su protagonista a explorar su origen más allá de lo estrictamente fisiológico, desparramándose hacia posibles motivos emocionales relacionados con la pérdida de la madre y el sentimiento de culpa que se atribuye por el dolor causado por su exitosa y provocativa novela: Carnovsky (El lamento de Portnoy) –la novela está ambientada en el año 1973, cuatro años después de la publicación de dicha novela-, en la que ponía en solfa con hiriente sarcasmo los hábitos, la mentalidad de una familia judía, vagamente inspirada en sus vivencias personales y que le supuso el extrañamiento respecto de su propia familia y el desprecio de buena parte de la comunidad judía norteamericana.
El dolor físico, la incomprensión de la que se siente objeto como escritor y su neurosis conducen a Zuckerman a una crisis personal basada en toda clase de excesos y a un desquiciamiento que acaba poniendo su vida patas arriba. Es como si el libro que tanto contribuyó a proporcionarle el éxito se cobrara su venganza en términos personales condenándole a la soledad y a la enajenación hasta el punto de llevarle a renegar de su vocación de escritor y a fantasear con un comienzo desde cero a través de la dedicación a la medicina, haciendo a la inversa el trayecto que llevó a tantos médicos a dedicarse a la literatura.
Además del dolor físico, la “condena” de Zuckerman muestra diversas caras, todas ellas ya familiares para el lector habitual de Roth: su imposibilidad para establecer relaciones estables con las mujeres y la tiranía de una líbido desbocada que le arrastra a los más variados embrollos sentimentales y, en última instancia, a la soledad; la sensación de incomprensión que, unida a la neurosis, le lleva a obsesionarse con las críticas de las que es objeto, en especial con aquellas procedentes de miembros de la comunidad judía, sean de su familia o de la intelectualidad, y a perder toda perspectiva; la crisis vocacional, existencial, a la que se ve arrastrado por su propio éxito y por unas consecuencias no previstas que le superan haciendo buena la máxima: éxito aparente y caos interior.
Si acaso, la novela sufre porque la premisa que propone su protagonista para superar una crisis que coincide con la mediana edad: abandonar la escritura y empezar a formarse en la medicina, resulta inverosímil, un espejismo que el lector –así como todos los personajes de la novela salvo el propio Zuckerman- nunca acaba de hacer suya. El desplazamiento del protagonista a Chicago, la ciudad donde estudió y donde espera abordar su cambio de rumbo vital se lee como una regresión motivada por la desesperación e incluye otro comportamiento que es marca de la casa del autor: la suplantación de identidad. Allí, solo un acontecimiento imprevisto y doloroso, catártico, devolverá la perspectiva a Zuckerman y pondrá fin a sus tribulaciones.
La lección de anatomía fue publicada en español por la editorial Versal, Barcelona, en 1987. A diferencia de otras obras de Philip Roth no ha sido publicada desde entonces.