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ISSN 1989-4163

NUMERO 48 - DICIEMBRE 2013

Yo Tenía Dos Maridos...

Carmelo Arribas

 

Quizás sea el único caso conocido en la antigüedad, al menos documentalmente, del que se tiene constancia de la existencia de la poliandria, es la de Allia Potestas, una mujer que convivía bajo el mismo techo con dos hombres. La lápida funeraria, del s. IV, nos describe, en palabras de uno de sus desconsolados amantes, a una mujer excelente, alejada de la idea de una fémina promiscua, y que deja tras su desaparición , hundidos en la tristeza a sus dos amantes, que tras la ausencia de ella, se separan.

La lápida posiblemente escrita por uno de ellos, nos muestra el dolor del autor .

“ El patrono, de cuyo corazón no has estado nunca alejada, llorando sin tregua,/ 

te ofrece como regalo, estos versos /… a quién ninguna mujer, después de ti, le pareció digna.”

Esta larga dedicatoria, nos permite saber algo de su vida y su físico. Allia Potestas es una liberta de Aulo. Que posiblemente sea el mismo que escribió la lápida. Los libertos eran antiguos esclavos a los que el amo concede la libertad. Resulta difícil creer que un amo que fuera dueño de una esclava de las características físicas y personales que se describen, “ninguna fue más bella”, procedente de Perusia (una región de Italia) la manumitiera dándole la libertad, a no ser que uno de estos dos maridos, o los dos, cuyos nombres desconocemos, la hubieran comprado y posteriormente le dieran la libertad, por amor, lo que justificaría el que “nunca quiso considerarse libre” . La descripción física que hace el autor del largo epitafio, nos la muestra hermosa y hasta con características poco habituales en una mujer de origen mediterráneo, más bien parece describirnos a una mujer de origen nórdico: “Era de tez blanca, con cabellos dorados y tenía el rostro de un esplendor marfíleo, que ninguna mujer se dice había tenido nunca, y en el níveo pecho tenía pezones pequeños” La descripción continúa con sus piernas de las que su devoto enamorado debía sentirse fascinado, ya que las compara con las de aquella mítica mujer, Atalanta, que desafiaba a cualquier hombre a correr y era tal su belleza y la hermosura de sus piernas que pese a que aquel que perdiera la carrera, perdería la vida al fracasar en el intento, eran muchos los que la desafiaban, con infausto resultado. “Y las piernas .¿Qué decir de ellas? Las de Atalanta, eran en su comparación ridículas.” El precio de una esclava de las características de este caso, casi exóticas, debía de ser muy alto tal como nos dan a entender varios autores romanos. Catón para denunciar la degeneración en la que había caído la sociedad romana, dice; “se paga más por un esclavo guapo que por un campo de cultivo” y Plauto por boca de uno de sus personajes proclama; “Todo el que pueda pagar tiene derecho al amor”. Tras describir lo hacendosa y trabajadora que era, pues; “era la primera en descender del lecho y la última en ir a dormir”, podría pensarse que sería reticente en satisfacer los deseos de sus dos maridos, pero “ no era estrecha, sino generosa con su hermoso cuerpo…Mientras vivía mantuvo la amistad entre sus dos jóvenes amantes…una sola casa los acogía, eran una sola alma. Después de su muerte ahora envejecen separados el uno del otro” Al apuntar “sus dos jóvenes amantes”, cabe deducir que ella les superaba en edad, y ellos eran bastante jóvenes, lo cual podría llevar a pensar que los dos amigos prendados de la hermosura de la esclava y no poseedores cada uno de la cifra necesaria para comprarla, se unieran para hacerlo.

Pero quizás estas circunstancias que aparecen en la lápida, no hayan sido tan extrañas a través de la historia. Los medios de comunicación publicaban en agosto del 2013, algo semejante a lo que nos muestra la lápida de Allia. Dos hombres y una mujer acuden a la comisaría local de Kisimanio en el condado de Mombasa en Kenia, para que legalizara el contrato que habían suscrito, dos hombres querían casarse con la misma mujer, con la que estaban conviviendo. Los padres habían concedido el permiso para convivir con ella, pagando el precio de la novia. Así la dote la podían juntar entre ambos. El encargado le rogó a la novia que escogiera a uno de sus amantes, a lo que ella se negó. Y tras ello ambos también se negaron a dejarla, ya que” no podrían vivir sin ella”. Así se firmó el acuerdo por el que ambos cuidarán a los niños que diera a luz y compartirían los gastos de la vivienda.

Descubrir que en un mundo, en el que la poligamia se ha visto en muchos lugares como normal, sobre todo en la cultura musulmana, que una mujer en estos tiempos pueda tener varios maridos a la vez, no deja de sorprender. Aunque quizás no sea tan extraño, como podría parecer, en nuestra sociedad pero la mujer alardea menos.

 

Lápida

Esclava

 

 

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