AGITADORAS

PORTADA

AGITANDO

CONTACTO

NOSOTROS

     

ISSN 1989-4163

NUMERO 38 - DICIEMBRE 2012

Las Bofetadas Visuales de Boris Mikhailov

Lalo Borja

“He tomado fotografías que muestran gente desnuda con sus posesiones a mano como si fueran camino de la cámara de gas”            
Boris Mikhailov

La frase arriba citada hace referencia a la serie de retratos de alcohólicos, adictos (hombres, mujeres y niños) y desposeídos, gente sin hogar viviendo a la intemperie en parques y bajo los puentes en la Rusia que emerge a partir de la caída del régimen comunista. No que no existieran de antemano, debo pensar, bajo gobiernos anteriores.

La serie que más ha generado publicidad y reconocimiento a este fotógrafo (Kharkov, Ucrania, 1938) es su documentación de la cara oculta de la noche en sus personajes de la serie llamada Historial Clínico (Case History, le llaman en inglés). 

Son gentes abandonadas a su malhadado destino por las autoridades y la sociedad en general.  Son imágenes de una aterradora honestidad.

Son fotografías que asombran porque lo que allí encontramos lo hallamos también a la vuelta de la esquina en nuestras grandes ciudades.

Hace unos cuantos años tuve ocasión de admirar, en el más estricto sentido de la palabra, es decir, con la boca abierta, el trabajo fotográfico de este gran artista.

Todo lo hasta entonces escuchado de labios de colegas y aficionados aparece, luego de ver y empezar a pensar la muestra, como una pálida semblanza frente a la evidencia de este maestro de lo ignoto e impensable.

Mikhailov se centra en los descubrimientos de lo deleznable y silencioso, lo que no nos debe interesar porque no nos toca de forma personal.

Los rostros de sus gentes en la Ucrania de antes y después de la caída del muro de Berlín, nos hablan de un universo al cual, como en las grandes ciudades, o en las grandes depresiones, no le prestamos atención a nada que no esté íntimamente ligado a nuestra comodidad inmediata.

Hemos sido anestesiados por el Gran Hermano o la gran serie televisiva. Nuestros radares apuntan hacia otras estepas, más insensibles, más inhabitadas, donde lo que se nos presenta habrá de convertirse en una anécdota añadida a la libreta del olvido instantáneo que cargamos pronta y al alcance de la mano.

Boris Mikhailov aparece en el panorama artístico como un iconoclasta rompedor de ídolos en el templo de nuestra asumida modernidad; aquella de la cual nos ufanamos cada mañana al abrir la página de la red social de turno para reconciliarnos con la norma, para descubrir que el vecino ha dormido bien y entrepiernado con la gorda de la esquina.

Mikhailov, mientras tanto ha pasado la noche en vela, en busca de caracteres que pululan en la imposible noche ucraniana, con los cuales abofetear nuestra complacencia a la hora del café y las galletitas.

Infatigable en su empeño, decidido a abrir una trocha en la enmarañada jungla de tanta ortodoxia artístico-cultural, Mikhailov arremete contra la complacencia de nuestra dependencia visual vista en paisajes anestesiados. O en los colores pastel de tantas salas de estar en la anquilosada y pequeñísima burguesía que nos rodea.
Sus fotografías tienen el sello de quien olfatea el horizonte desde un punto de vista diferente. Sus tomas fotográficas, lo que llama su atención, sus casas, sus paisajes, son diferentes de las de los demás, igual sus niños y sus viejos.

Son imágenes firmadas por la pluma de un artista sin más compromiso que el adquirido con el propio entendimiento de su sociedad y de su tiempo.

 

 

 

 

© Agitadoras.com 2012