Esta semana hemos estado de obras en casa. Parece ser que, si una vez al año no lo pongo todo patas arriba, no descanso. Aparte de un puñado de muebles “recolocados” en una asociación benéfica, seis cajas de papeles viejos han emprendido el inexcusable camino del contenedor de reciclaje. Sin embargo, uno de los ellos llamó mi atención poderosamente.
La inequívoca redacción (en forma de carta manuscrita), y el sello de una conocida editorial en la cabecera de la misma, me animó a rescatarlo. El documento, no dirigido a mí, sino a un buen amigo, me parece impagable. Tanto es así, que, sin desvelar en nombre del editor que en su día lo redactó, voy a reproducirlo aquí y ahora. Allá va:
“Estimado amigo:
Ante todo, disculpe mi retraso en responderle, motivado por un exceso de trabajo. Su original es un libro de relatos con bastantes aspectos prometedores. Yo creo que podría publicarse, pero creo también que no hemos de ser las pequeñas editoriales las que nos arruinemos siempre, forzosamente. Por el contenido de su carta intuyo que usted no ha leído, o al menos no había leído hasta entonces, ningún libro de narrativa de la Editorial X. Y este es exactamente el problema: los desconocidos desean legítimamente publicar, pero sólo compran y leen a los autores conocidos, publicados por editoriales asimismo conocidas. La Editorial X, como usted debería saber, ha publicado algunos de los mejores libros de narrativa española de los últimos años, y con todos ha perdido dinero, a pesar de tener unas críticas espléndidas. ¿Qué ocurre, entonces?
Me he permitido hacer esta reflexión porque su original me ha interesado. Desde ese interés, si a usted le parece bien, me gustaría que mantuviésemos esta relación que ahora se inicia. Como me gustaría, asimismo, conocer su opinión sobre mis ideas y sobre algunos títulos publicados por mi editorial.
Quedo a su disposición para cuanto me sea posible y le envío un cordial saludo”.
¡Cuánta verdad hay en esta carta!¡Y cuánto agradece el escritor novel gestos como este, de tú a tú, y no una fría carta- tipo!
Por cierto: mi amigo publicó su libro de relatos breves. Y no escribió nunca más.
