En la Casa de Campo.
Necesitaba ropa, necesitaba comida, abrigo,
necesitaba cariño, necesitaba compañía.
Echaba terriblemente de menos a María del Mar.
Y las cosas que hacían juntos.
Y en la Casa de Campo, halló lo que había estado
buscando.
Compañía, cariño, a veces artificial, temporal,
limitado, pero no le importaba, y todas las cosas que
compartió con su añorada.
Y no aprendió nada nuevo apenas.
Salvo que también podían encontrar lo que
quería, deseaba y necesitaba, en los hombres.
Y que podía convertirse en receptor con el
mismo placer que obtenía siendo emisor, tras superar el
dolor inicial.
Siempre conllevaba dolor el placer.
La vida en general.
Y así ganaba dinero.
A cambio de lo que demandaba.
A cambio de su realización personal.
A cambio de cubrir sus necesidades.
A cambio de todo el amor que le daban.
Le pagaban.
Y otra vez sintió un leve atisbo de felicidad, de lo
que él creía que era la felicidad.
Y comenzó a frecuentar putas, zorras, rameras,
cabrones, bujarras, mamonas y mamones, travelos,
transexuales, híbridos, chulos, puteros, viejosverdes,
mamporreros, drogatas fumetas, coqueros y yonquis,
vagamundos, desheredados, camellos, gitanos, negratas,
sudacas y blanquitos, rusos –que eran todos y todas los
del Este de Europa-, matones y putarras –que eran las
abuelas de la calle-, mirones, pasma y timadores,
relaciones públicas, impotentes, insatisfechas y
bocasgrandes, orientales vendedores de bocatas y
enlatados, pobres y tirados, viciosos y viciosas, parados,
despedidos, ilegales, hipotecados, negociantes,
concejales, concejaluchos, politicastros y alcalduchos,
empresarios, desengañados, niñatos y niñatas, putillas
baratas, cabroncetes, cabronazos, poetas y poetastros,
lamecoños, comepollas, culosgordos, estirados,
pichascortas, arruinados, aparentes, fantasmas,
tragalones y tragalonas, bárbaros y extranjeros,
ladronzuelos, carteristas, trapicheros, defraudadores,
padres de familia, madres solteras, huérfanos y
huérfanas de padre o de madre o de ambos, militares,
guindillas, maderos y beneméritos, botelloneros,
poyatos, pollastres y pollancones, solterones,
cuatrocuartos, acartonadas, momias, encallados,
funcionarios, tasqueros e indolentes, impotentes,
bacaletas y pastilleros, descastados, solitarios,
bandoleros y robinjudes, más arruinados, bingueros,
jugadores, sociópatas, charlatanes y burlangas,
comerciales de verbo fácil, encorbatados, chaqueteros,
chirleros y pegadores, cobradores, impagados, de
derechas, de izquierdas, de centro y de nada, eclesiales y
ateístas, agnósticos y juglares, sacerdotes, sacerdotisas,
frailes y frailones, mendicantes, pedigüeños, magos,
funambulistas, mimos y malabares, callejeros,
seminaristas, estudiantes, aprendices, noctámbulos,
sonámbulos, insomnes, secretas...
Buhoneros, cacharreros, chamarileros, quinquis
de quincalla o quincalleros, manipuladores de chatarra,
guerrilleros, colombianos, traficantes, legionarios,
divorciados, engañadas, despechadas, piratas del caribe,
bucaneros de laguna, ugandeses, congoleños, nigerianos,
mercenarios, andaluces de Jaén, y de Córdoba, y de
Barcelona, catalanes... pocos, gatos, gatas, madrileños,
tiraduros, peseteros, muertosdehambre, más frailones
vocacionales, reprimidos, oprimidos, rastafaris,
jamaicanos, de Toledo, argentinos, melosones,
encontrados, repatriados, jubilados, acogidos,
acoplados, inculpados, jueces y jurado, vigilantes,
internautas vergonzosos, regordetas timidonas,
nómadas y paseantes, viajeros, andarines, peregrinos,
misioneros y platicantes, hijos de la gran chingada y de
la gran puta, feriantes, circenses, temporales, manijeros,
putones de verbena verbeneros, chulos de chiringuito
chiringuiteros, navajitas, pinchadores, pregoneros,
sanguinarios, carniceros..., cientos, miles de personajes,
y un barquero.
Y no se trataba de Caronte.
