«Son jóvenes, pero todos morirán. Y, sin embargo, en ese instante en que ven atardecer juntos desde el tejado de la escuela, son capaces de rozar lo infinito»: La playa infinita, Antonio Iturbe.
«mientras los árboles se sortean el aire
a cara y rama
y se miran desde arriba sin vértigo»
Tu dolor reposado
***
Con la boca agria de espinas,
pronuncias rencores como ácidos
cristales apesadumbrados, ebrio
de cardos en la lengua,
labios de madrugadas.
Y cuando me ponga a hacerte cuentas
de los días como vidrios heridos
nos van a doler hasta los números primos
que solían acosarme en su soledad.
Ebrio de cardos en la lengua
te espero en esa esquina infinita
donde la noche desahuciada se empeña
hasta hipotecar su medula.
Duermen los tejados,
velan los postes de luz,
los insomnios bailan quietos
y este sabor ebrio de cardos en la lengua
con que nos amanecemos
es un beso al vacío.
Con un beso al vacío
tendremos que despertarnos,
abismo para no desesperar,
vértigo incoloro a tu altura,
verde talismán en su cueva,
transparente deseo, vehemente
piedra ofuscada de muslos a ciegas,
línea infinita, labios de madrugada,
con la fecha de caducidad en sombra.
Dando tumbos por la oscurana
a ciegas entre esquinas,
el aliento del mar por la espalda
atraviesa como un guion el pecho de tu cuerpo,
ebrio de cardos en la lengua.
