Voy a cometer un atrevimiento del que, desde este momento, ya te aviso que no saldré airoso, a ti que lees este intento de reseña, no crítica literaria, del primer poemario de un escritor tardío en la publicación de su obra “Estancias en la finitud” en la colección de plaquettes de Frutos del Tiempo en su sección de Lunara poesía. El título de la obra ya es una declaración de intenciones. La permanencia en el tránsito. El hombre, ser limitado en el tiempo, que siente, observa, reflexiona sobre su vida en movimiento y los seres que acompañan su caminar: sus padres, su mujer, su nieta, el cine, la música, la pintura como expresiones necesarias de la belleza para sacar adelante la vida y su misterio.
Javier Puig, autor de “Estancias en la finitud” es un escritor que de modo deliberado ha tardado en publicar sus libros, en una exigencia personal que le ha llevado primero a leer, vivir y reflexionar antes de escribir sobre el papel sus meditaciones y vivencias de nuestro oficio, nuestra principal etiqueta; la vida, su discurso y sus accidentes. Este su primer poemario, lo ha publicado con 62 años, cuando muchos poetas a estas alturas del camino ya han versificado lo que tenían que decir o están en una época de madurez hacia el otoño. Como articulista y crítico literario y cinematográfico, dos de sus grandes pasiones culturales, ha escrito en la editorial Celesta dos selecciones de artículos; “Los libros que me habitan” (2019) y “Miradas de cine” (2020). A Javier Puig le queda mucho por contar en varios ámbitos; en poesía de la que esta plaquette se antoja un aperitivo sustancioso de lo que ha de venir, en narrativa y en la crítica cultural.
Su verso es hondo, meditativo, de calado reflexivo sobre el tiempo vivido, sus estragos y sus marcas en el corazón y el pensamiento. Hay mucho exigencia de perfección en cada verso, en cada poema, de pervivencia de un tiempo cíclico que permanece en nuestra limitación.
…....
Hay algo que vuelve y me alcanza,
que me somete a su fresca radiación
y me absuelve de los vacíos
del tiempo presente
…....
Pero han pasado los años
y solo queda el tiempo vagamente esculpido,
filtrado por la debilidad de mi evocación;
un tiempo ya eximido de sus indecisos momentos
…...
Esos años, que se concentran
en la biografía de un complejo ser,
en sus indomables aledaños,
en la discontinua forja
de una sutil avenencia con el mundo;
…....
Este poema titulado “Han pasado los años”, parece una declaración de ser, que nos invita a lo que vendrá a vivir y pensar para nuestros ojos lectores.
No puedo ni quiero dejar de mencionar un poema que me llega dentro dedicado a su padre, “Nuestra casa”, una evocación reflexiva sobre el paso del tiempo marcada por la permanencia de las cosas pero la marcha de los seres queridos que siguen con nosotros desde la memoria y el corazón. El inicio es de una belleza sensible y derrotada.
Como un intruso,
entro en aquella que era nuestra casa,
en su culminada devastación.
Prorrumpo en su luz abandonada,
con dolor ocupo las pertinaces ausencias,
y compruebo la compacta
transparencia del espacio,
el empecinamiento de la realidad,
el persistente eco de aquellas voces
…....
Pero sé que la vida nos miente,
nos mentimos nosotros,
Discretamente nos avisa
de lo ineludible,
de la peligrosísima inercia de durar.
Puig es un poeta meditativo, hondamente reflexivo sobre la vida y sus aconteceres después de ser vividos con una leve sombra de trascendencia que nos abrigue. Un hombre, un lector que se nota que ha leído y vivido antes de ponerse a derramar sobre el papel el hondo pensar que lleva dentro.
Me asomo al precipicio
de la decrepitud
a ese lugar común
tan fácil, tan probable
Me detengo a mirar
el transcurso de esa arrasadora impiedad.
Emocionan los poemas que dedica a su nieta Helena y a su mujer Sole, mujeres compañeras indispensables en la vida de este poeta barcelonés afincado en Orihuela. ¿Qué tiene la universal ciudad de Miguel Hernández que ofrece poetas tan poderosos, tan profundos, que permanecerán...?
El más grande amor delata
la pequeñez humana en la que estamos presos
Bellísima composición dedicado a su mujer. El primero de los cuatro dedicados a su compañera. El poeta reflexiona sobre el vivir y sobre sí mismo, como un ejercicio de introspección necesario para un hombre que piensa y siente.
Vivir es avanzar
por las sendas del descubrimiento
…....
Y perseguir,
desde nuestra sed más osada,
aupados sobre las inclemencias,
la certidumbre de alguna implacable bondad.
(“Misterioso el vivir”)
Lo que hay dentro de mí
es mayoritaria oscuridad
arduamente obviada
a través de las estancias en que la débil luz
es residencia de los recuerdos o las imaginaciones,
(“Quién soy”)
Las referencias a la literatura, al jazz, a la música clásica que le transporta a ensoñaciones envueltas en “ondas en el espacio/ que no se pueden medir” ocupan la última parte de “Estancias en la finitud”.
Os invito a leer la obra de Javier Puig, un poeta, un escritor, un crítico cultural de agudas y finas cavilaciones e intuiciones que vale la pena seguir y que ha despertado a la publicación de su obra con promesas de continuidad.
No sé si este intento de artículo ha sido una reseña o crítica o ninguna de las dos cosas. Tu poemario es una invitación a la meditación y la reflexión para quienes deseamos adentrarnos más allá de la superficie, en el laberinto del ser y el estar limitado en esta estancia temporal llamada Vida. Los lectores tienen la palabra cuando lean “Estancias en la finitud”. No os decepcionará.