DONDE EL TIEMPO NO ES
Donde se acaba el estercolero,
las flores quedaron marchitas en los búcaros de plata.
Me dejo llevar por la melodía que subyace tras una luz,
regreso al espacio primero donde brumas de inciertas voces me nombran.
Empiezo a respirar
bocanadas de burbujas azules que se amontonan en mi boca,
perlas de sal y miel
con las que ordeno el caos
que deje atrás en la explanada blanda.
Floto a la deriva en este líquido que no es más que tu cara ensalivada
y beso tu frente tan mía,
me aparto de tus brazos que como un holograma me traspasan.
Me desentiendo de tus ojos
estoy en paz, me despido,
mientras te alejas a través de las espesas aguas.
Atravieso un bosque sobre la grupa de una yegua mutilada,
que a veces vuela esquivando los puentes, despliega sus alas,
planea bajo el cárdeno horizonte.
El tiempo no es, y yo soy.
Y como si el enigma se hubiese resuelto,
hablo sin mover los labios,
dejo que se mojen las mejillas atacadas por una fiebre nueva.
En lo más abrupto del precipicio
sueño sin estar dormida,
observo la tierra inundada.
A lo lejos se ve nuestra casa,
el fuego está encendido, debe de ser invierno,
la chimenea inunda de luz toda la sala.
Os veo, me veo cocinando en la mañana blanca,
comemos alrededor de la mesa,
nuestros hijos limpios, sin mácula, se ríen de nuestras bobadas.
Compañero sin sombras de un lugar marcado por el tiempo,
recorres con tus dedos mi espalda.
Desde aquí os amo.
MANCHA
Esta mancha que recorre mi cuerpo
ha crecido en el silencio.
Rodaron con la noche los mensajeros despechados,
se enroscaron en su nido las serpientes.
Lastimo mis pensamientos
con rabia de enamorada,
aunque sé, que no es amor,
es la decepción que viene y va,
que no acepta y que no entiende.