A los que les gusta el arte, siempre les resultan muy llamativas todas las escenas, en las que Goya desarrolla la temática de brujas, casi siempre con un trasfondo sexual.
¿Pero existieron esas brujas?¿ Montaban esas orgías incluso con el macho cabrío, o eran las alucinaciones por las drogas que consumían en esas reuniones, lo que les hacía ver esas visiones?
Hay una cierta obsesión, en el transcurso de la andadura histórica humana, con las relaciones con el macho cabrío, aunque sean simbólicas. En la Antigua Roma se celebraban los 15 de febrero unas fiestas a las que pusieron el nombre de lupercales, ( de lupus , lobo) el animal que representa a Fauno Luperco, dios de la fertilidad y sexualidad masculina). En las Lupercales, los ciudadanos corrían por las calles desnudos y borrachos, se besaban entre ellos y lo/as que lo deseaban tenían sexo en cualquier rincón.
Cuando Rómulo y Remo consultan al oráculo de Juno y le preguntan: ¿Qué hacer con las mujeres romanas estériles? “Madres del Lacio, que os fecunde un macho cabrío velludo”, le responde Juno.
Existía pues en la memoria colectiva medieval, la idea de orgías realizadas con un macho cabrío y este aparece en las fantasías de las supuestas brujas, aunque ahora sea identificado como satán.
Con la importancia social del cristianismo, esta festividad de las Lupercales, fue sustituida en el año 494 por el Papa Gelasio I convirtiéndose en el día de los enamorados, por la celebrándose la festividad de S. Valentín, qe todavía continúa.
Pese a la leyenda negra, la Inquisición española fue mucho más indulgente con esas mujeres a las que llamaban brujas, a las consideraron mas bien víctimas del demonio, que culpables de maldades, de tal manera que raramente se les aplicó la pena de muerte que se debió mas a los tribunales civiles que a los religiosos, frente a la histeria popular de la Europa del s. XVI y XVII que las envió a la hoguera por miles.
En los aquelarres, estas mujeres tomaban pócimas de un caldero, que contenía plantas alucinógenas, y se untaban con ungüentos, y tras todo eso venían los vuelos y las transformaciones.
Desde los púlpitos se predicaba todo un catálogo de aberraciones sexuales y crímenes infanticidas que cometían de estas brujas, pero no todos creían en ellas. En 1545, el humanista Andrés Laguna, médico al servicio del papa Julio III en la ciudad de Metz, realizó un experimento, para demostrar que los fenómenos sobrenaturales que las brujas decían vivir, no eran sino sueños o fantasías provocadas por los ungüentos, filtros, pócimas y brebajes que usaban en sus rituales. Untó con un compuesto psicoactivo “de pies a cabeza a la mujer del verdugo, que de celos de su marido había perdido totalmente el sueño y se había vuelto frenética, la cual luego que fue untada cayó en un intenso sueño que duró treinta y cinco horas”. Costó mucho despertarla y las primeras palabras que pronunció fueron: “en mal punto me despertasteis, que estaba rodeada de todos los placeres y deleites del mundo, y vueltos hacia su marido los ojos le dijo sonriéndose: “Tacaño, te hago saber que te he puesto los cuernos y con un galán más mozo y más estirado que tú”. La conclusión del insigne médico toledano fue que “todo aquello que dicen hacer o realizar las brujas se debe a las unturas y bálsamos que se aplican, que les provocan todo tipo de sueños y fantasíasen sus mentes, creyendo firmemente que suceden en la realidad”.
No sólo eran las "brujas" las que tomaban estos brebajes, cuando Alfonso X el Sabio (1252-1284) en las Siete Partidas dice: “Que ninguno sea osado de hacer imágenes de cera ni de metal ni otros hechizos malos para enamorar los hombres con las mujeres, ni para partir el amor que algunos tuviesen entre sí. Y aun prohibimos que ninguno no sea osado de dar hierbas ni brebaje a hombre o a mujer por razón de enamoramiento, porque acaece a veces que de estos brebajes tales vienen a muerte los que los toman, o pasan grandes enfermedades de las que quedan dañados para siempre”. Está certificando que la utilización de estas sustancias psicoactivas era bastante habitual.
No había pues tales vuelos, sino los efectos alucinógenos de las sustancias que llevaban las plantas y que conocían perfectamente, y a las que se aficionaban. No era extraño , que los Tribunales de la Inquisición españoles, sabedores de todo esto, ante la presencia de estas mujeres ante sus confesiones, las consideraran mas víctimas de estas drogas, mas que autoras de todas esas maldades que algunos les achacaban.
El estramonio, y posiblemente el cornezuelo de centeno, que contiene, ácido lisérgico, el famoso LSD, alucinógeno, que produce una sensación de "viaje" provocando a veces sensaciones muy desagradables, donde se siente pánico, confusión, tristeza y se ven imágenes terroríficas, alterando colores incluso afirman que "ven" sonidos y en algunos casos puede permanecer este efecto hasta 12 horas y que fue bastante popular en los años sesenta y setenta. Plantas, el estramonio y el cornezuelo habituales en nuestros campos baldíos, y que eran algunas de las utilizadas en estos aquelarres, produciendo los efectos alucinógenos, que les creaban la sensación de volar y visiones a veces terroríficas.
Antonio Escohotado, en su libro "Historia general de las drogas" recoge una cita del S.XV, que explicaría esa sensación de volar que experimentaban.«El vulgo cree, y las brujas confiesan, que en ciertos días y noches untan un palo y lo montan para llegar a un lugar determinado, o bien se untan ellas mismas bajo los brazos, y en otros lugares donde crece vello, ( como en la vagina) y a veces llevan amuletos entre el cabello».
A veces las cosas mas míticas se rompen al analizar lo que eran en realidad y al final, resulta, que esas malvadas brujas, no eran sino unas pobres mujeres drogadictas, que habían descubierto que conseguían salir de su pobre y aburrida vida, y el placer sexual, con las plantas, sin necesidad de depender ni de los hombres, ni tener que comprarse un Satisfyer.